No a la reforma

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Decía José Martí que hacía lo que veía bien en él y bueno para los demás “consciente que rara vez da sombra el árbol a aquel que lo planta”.

Con esa actitud el Presidente de la República se puso al hombro uno de los temas más difíciles que enfrenta el país: la reforma de la Seguridad Social.

Difícil porque significa cambios que muchos pueden no comprender. Difícil porque de ella depende la viabilidad del sistema jubilatorio en el futuro. Difícil porque tendrá un costo electoral.

El Frente Amplio, y su aliado estratégico el Pit-Cnt se oponen. Saben qué habrá desencantados. Tratarán de aprovecharlo con fines electorales.

El discurso que planean realizar es sencillo y atractivo. Dirán que la reforma hace que trabajemos más. Mentirán diciendo que bajarán las jubilaciones y que se beneficia a los que lucran con el sistema.

No dirán que el sistema no es sustentable en el tiempo. Que el camino es este o más impuestos. Tampoco dirán qué más impuestos significa menos trabajo e inversión y ello trae desempleo y recesión.

Eso no importa en estos tiempos donde todo se resume a un slogan, una consigna y una cohorte de personas que lo repiten hasta que lo transforman en algo creíble.

En el año 1989 el Dr. Jorge Batlle perdió las elecciones cuando no apoyó una modificación constitucional sobre pasividades que, como alertaba, era inviable.

Después pasó lo que tenía que pasar: ajuste fiscal para enfrentar el déficit en el período siguiente y reforma del sistema en 1997.

El propio Dr. Batlle (y el Partido Colorado todo) pagó también electoralmente haber hecho lo correcto para salir de la crisis bancaria del año 2002. La que nos contagió Argentina. Tomó medidas no comprendidas en su momento, que tuvieron un altísimo costo electoral pero que permitieron que Uruguay saliera de la crisis en tiempo récord y tuviera en los años posteriores una performance económica sobresaliente.

La actual situación de la seguridad social fue acelerada por las reformas que el FA introdujo en el año 2008. Dichas medidas significaron un desvío enorme en las previsiones presupuestales y el déficit.

El único partido que no las votó fue el Colorado.

Hoy el sistema enfrenta un problema muy grande derivado de un hecho objetivo: al aumentar la expectativa de vida, es decir los uruguayos vivimos -por suerte - más, se debe desembolsar más dinero. Tan sencillo como una regla de tres.

Previendo esto en el 2017 presenté un proyecto de ley que ataba la edad de jubilación a la expectativa de vida. La primera se aumentaba o decrecía según hacía lo mismo la segunda. Eso significaba no tener que modificar a cada rato la edad de retiro. Se fijaba un elemento objetivo lo que aventaba cualquier intento recaudatorio.

El FA se negó a tratarlo.

Ahora el presidente Lacalle y su equipo presentaron el proyecto de reforma, todos los partidos de la coalición arribaron a un acuerdo y lo votaron en el Senado. Llegado el tema a la Cámara de Diputados, el partido Cabildo Abierto sin atender el acuerdo al que se llegó en el Senado planteó dos modificaciones. Una de ellas afecta la sustentabilidad financiera del sistema (tomar los mejores 20 en lugar de los mejores 25 años para el cálculo de la jubilación). La segunda la posibilidad de obtener mejor rentabilidad (ampliando la posibilidad de invertir en determinados activos).

Luego de negociar en forma bilateral con dicho partido, el Presidente accedió. Lo hizo sin consultar a los otros partidos, entre ellos, el Colorado, que acompañaron la propuesta reformista.

Este último pidió diez días para que se informe sobre el impacto de los cambios.

Creo que no debe aceptar los mismos.

No debe hacerlo en primer lugar porque los acuerdos están para ser cumplidos. Es notorio que se había llegado a un acuerdo en el Senado entre todos los partidos. No parece sensato que no se cumpla en Diputados.

Lo más importante: aceptar esos cambios significa no actuar de acuerdo con la ética de la responsabilidad que es el ADN del Partido. Esa que exhibió don Frutos cuando se quedó en esta Banda del río Uruguay y mantuvo viva la llama de los orientales, logró que liberaran a Lavalleja preso en la Isla das Cobras y que existiera un ejército oriental que luego del abrazo del Monzón nos diera la libertad.

Esa ética de la responsabilidad que le costó a Jorge Batlle la elección de 1989 y al Partido todo la del 2004 y siguientes.

El Presidente y los partidos que lo apoyan han hecho lo correcto. Como Martí plantaron un árbol que dará sombra a los que vienen atrás.

Propusieron una reforma jubilatoria que soluciona un problema que tendrá el país luego que termine este período de gobierno. Fueron generosos y se expusieron al alto costo político que tiene.

El Frente Amplio y Cabildo Abierto no la quieren.

Que asuman ellos el riesgo electoral de explicar cómo solucionarán el problema.

El único camino que queda es aumentar tributos. Es bueno que se sepa desde ahora que proponen repetir lo que el FA siempre hace: aumentar los impuestos a los uruguayos.

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Pedro Bordaberry

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