No es batllista

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Tomás teijeiro
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Mi estimado colega Andrés Ojeda refería días atrás en estás mismas páginas que la libertad responsable es profundamente batllista. Ni ahí. Me permito disentir con esto absolutamente.

Pero antes de mencionar aquello que no comparto de su exposición paso un aviso a los navegantes, Andrés tiene razón en: A- la libertad responsable es un emblema de como Uruguay enfrentó la pandemia, B- integramos convencidos y defendemos una coalición firme, unida, con sanos matices (entre ellos los que ambos exponemos), y donde nos sentimos representados, C- la piedra angular de todo esto es el presidente Lacalle Pou, un líder sin dogmas ni mochilas, que se preocupa y ocupa por representar y cuidar a todos los orientales.

Ahora bien, no estoy de acuerdo cuando Ojeda afirma: 1- que la libertad responsable es profundamente batllista, 2- que representa el equilibrio entre la libertad individual y el cobijo del Estado y que esto define al uruguayo, 3- que Uruguay está dividido en dos bloques, 4- que la libertad responsable es el corazón ideológico de la coalición de gobierno.

Las diferencias de batllistas y nacionalistas son muchas, tienen muchos años y son obvias. Pero hoy nos toca tirar para adelante unidos, porque juntos y aún con aquellos y estos contrapuntos construimos la patria que disfrutamos, y así la haremos aún más prospera. Atajo de a uno los puntos de disenso referidos.

1- La libertad responsable no es profundamente batllista, porque su esencia no parte del concepto creacionista del propio derecho (la libertad del individuo), sino de su reconocimiento y del de su contratara (la responsabilidad de éste para con la sociedad). Es decir primero reconoce al individuo como parte de la sociedad civil, y es en tanto que pertenece a la misma (y no por su sometimiento al Estado) que sobre su cabeza -la de él sólo- cae la responsabilidad por su cuota parte de hacer lo que hay que hacer, y haciéndolo es que goza verdaderamente de su libertad reconocida (no otorgada.

No lo hace en función de la coacción estatal, ni de un resorte colectivista, lo hace espontáneamente en beneficio de otros y en el suyo propio. Por esto no es batllista, sino que es oriental, de la nación toda.

2- No significa un equilibrio entre la libertad individual y el cobijo del Estado, sino que representa lo que Roberto Lafluf definió como “un pacto entre la sociedad y el gobierno”, lo cual es muchísimo más profundo y más moderno, porque primero que nada deja al glotón de Leviatán fuera de juego liberando al individuo de su nefasta influencia. Sitúa la virtud en las personas, en los gobernados y los gobernantes, que saben juntos darse su mejor destino. Transparencia, confianza, y liderazgo, son los verdaderos ingredientes de la libertad responsable. Es el individuo actuando en sociedad y por el bien común el que marca su propio camino, por fuera de la entelequia estatal. Marcando a mi entender, un hito que será histórico porque rompe con una de las maldiciones de la uruguayidad: la Estado dependencia.

3- No es cierto que el Uruguay esté dividido en dos bloques. No necesariamente un desempeño electoral cuasi bipartidista (por lo de las dos coaliciones) determina dos mitades monolíticas. Existen vasos comunicantes sobre los que se debe trabajar. Hay que diferenciar bien lo electoral y lo político del comportamiento de la sociedad.

Comparando en el análisis las elecciones y el balotaje, el nivel de aprobación del Presidente, el resultado del referéndum, y el acatamiento a las exhortaciones durante la emergencia sanitaria podemos concluir que el Uruguay tiene un desempeño electoral en bloques no inamovibles, pero que los mismos felizmente no determinan una grieta social.

Todos los orientales juntos enfrentamos la pandemia. Sin colores. Y este es el principal activo a destacar. Una sola nación frente a la adversidad. Mientras en otros países sus sociedades cavan zanjas, nosotros los orientales, cuando aprieta y amaga a abrirse, la rellenamos.

4- La libertad responsable no es el corazón ideológico de la coalición de gobierno, porque la misma no tiene ideología. Ideología y dogma tiene la oposición. La coalición de gobierno tiene ideas, líneas de pensamiento de profundidad filosófica que fluyen y conforman todas juntas una corriente positiva, constructiva, y pragmática que con la realidad nacional como materia prima contribuye a la conformación de una nación más grande, más libre, y verdaderamente inclusiva para todos los orientales. Vengan de donde vengan, y también para los de afuera. Por esto, felizmente, no es ideológica.

Enseñaba Herrera: “Cuando se conduce hay que poseer la visión total del rumbo que se lleva, ir andando y a donde se va y llegar. Afirmar con acierto el pie en el suelo, mientras los ojos y la mente, que también tiene ojos, penetran y adivinan el paisaje que está más allá de la loma”. En su discurso inaugural decía el Presidente: “Estamos convencidos de que, si al final del período los uruguayos son más libres, habremos hecho bien las cosas”. Es por esto que también coincido con la frase final de Andrés: Uruguay necesita mucha más libertad responsable.

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