Una vez es un error, dos veces es una coincidencia, tres veces es un patrón. Haciendo abuso de cierta impunidad que da el título de doctor en economía, Bergara viene haciendo un manejo de los datos realmente lamentable. Esta vez llegando a niveles ridículos sobre los que él mismo debió retractarse.
Bergara declaró que las empresas públicas habían adelantado impuestos en 2024 por USD 1400 millones. Una cifra disparatada para cualquier economista junior que maneja lo más básico de las cuentas públicas. La cifra real es de USD 60 millones, más de veinte veces menor, y absolutamente insignificante en su incidencia sobre el resultado fiscal. Lo ocurrido esta semana, además de comprobar la saña con la que se usan los datos para el debate político, nos muestra la liviandad con la que algunos senadores estudian y analizan los temas. Es curioso escuchar decir con tanta convicción y tono académico algo tan burdamente disparatado.
Pero no es la primera vez que ocurre algo así. No olvidemos que Bergara, sin mostrar más que su opinión, había dicho que los datos del Instituto Nacional de Estadísticas estaban mal, y que la creación de empleo no es la que estos decían. Así se sentaba un precedente complejo, en el que se ponían en cuestión los datos que todos siempre aceptamos como válidos para discutir. Atrás del senador, y dos semanas antes de las elecciones, había salido el Instituto de Economía de la Udelar a publicar un análisis que aparentemente respalda su hipótesis. Sin embargo, cerrado el 2024 y considerando no ya las encuestas del INE, sino datos duros de personas registradas trabajando en el BPS, vemos que efectivamente hay más de 100.000 nuevos trabajadores a pesar de que el senador dijera que no.
La falta de buena fe en la discusión también estuvo muy presente en el debate previsional. En un acto político durante la discusión, Bergara gritaba contra la reforma del gobierno saliente porque solo “donan sangre los trabajadores”. Habiendo leído alguna publicación académica escrita por el hoy político, me resulta absolutamente inverosímil que el mismo se crea esa baratija. Bergara tenía y tiene clarísimo que el aumento de la edad jubilatoria es por lejos la alternativa menos mala y que haber subido aportes patronales hubiera sido catastrófico para el empleo. Prueba de esto será que no promoverá ningún cambio en ese sentido en este gobierno.
La democracia es el espacio del disenso, y la política necesita ciertos niveles de polarización para su funcionamiento. Gestionarlos es siempre complejo. Pero creo que en el período que se cierra de la Presidencia de Luis Lacalle Pou se cruzaron algunas líneas que no habíamos conocido: podríamos mencionar el avance de medios partidarios públicos al estilo de Argentina o las filtraciones de información de fiscalía con intencionalidad política por ejemplo. Pero en concreto me preocupa cierto deterioro en ciertos códigos del debate como el desconocimiento de cifras oficiales como base para la discusión.
No vale llenarse la boca con la posverdad y con Trump si validamos este uso antojadizo de los datos perdiendo el terreno común que la discusión solía tener.