"No más impuestos"

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No que gusta denominarse “izquierda” continental es un estruendoso fracaso político, económico y social latinoamericano. Con razón Uruguay es calificado habitualmente desde fuera como un caso “nórdico” continental. Lo que quiere significar que armoniza estabilidad republicana con el bienestar social posible. Es resultado de la acción secular de sus partidos históricos tradicionales y facciones partidistas democráticos.

Desde 1860 aproximadamente con la aparición primero de inmigrantes anarquistas y luego con la fundación del partido socialista por el Dr. Emilio Frugoni, de cuño marxista-leninista, una semilla disolvente fue plantada. De este socialismo nacieron el partido comunista una sucursal del gobierno soviético instalado en Rusia en 1917 y más tarde, los grupos terroristas de los que los tupamaros fueron vanguardia. Su idea se explica con ejemplos prácticos. Ha apuntado sucesivamente a hacer de nuestro país un satélite del imperio soviético ruso, un feudo adherido a la Cuba de la familia Castro y, contemporáneamente, a instaurar una solución “populista”, en lo que regionalmente descuellan los Maduro, Lula, Ortega y Kirchner. En esta línea bajo la inspiración de los “frentes populares” que permitieron en Europa oriental la expansión rusa, en 1971 se fundó en nuestro país el Frente Amplio, y desde 1969, paralelamente se impulsaron las organizaciones castro-terroristas que cometieron crímenes incalificables, amenazando hundir a la nación en un baño de sangre.

Estos movimientos, donde han logrado establecerse hegemónica e institucionalmente aplastan los derechos humanos y derivan al gobierno de un partido único. Todo es allí moneda falsa. Un ejemplo icónico es el del “presidente más pobre del mundo”. Cuando al personaje y su esposa el pueblo uruguayo les ha pagado retribuciones del orden de millones de dólares a lo largo de años y que si viven de forma abandonada es porque les gusta. Notoriamente todo lo peor del populismo continental pasa por la chacra a darse un baño de “¿pobreza?”.

El actual presidente Yamandú Orsi notoriamente no tiene aptitud de estadista. Llegó con la barra frentista al gobierno en elecciones en las que prácticamente no han dicho qué van a hacer. Uno de los factores que ponen a Uruguay en la cumbre latinoamericana es que aquí conviven un Estado grande y beneficios sociales, con una economía privada que les sostiene mediante una presión tributaria muy alta.

Esta institucionalidad se basa en la certeza respecto a que las inversiones son seguras y que la propiedad privada se respeta. La seguridad jurídica es de esencia y por ello Orsi en las elecciones dijo -y su ministro de economía y finanzas Gabriel Oddone ha reafirmado- que “no habrán más impuestos”.

El Frente Amplio -sin embargo- acaba de presentar un proyecto de ley de incremento del impuesto al patrimonio con una sobretasa -que es un nuevo impuesto- del 25% ¿Sobre campos, establecimientos comerciales e industriales y casas? Quienes producen, invierten e incluso quienes llegan para vivir en la República, ven así amenazadas las condiciones que consideraron al trabajar e instalarse en Uruguay. Es el principio de la fuga. Esta propuesta presentada por inútiles mediocres, con actividad productiva cero, reafirma el sospechado rumbo a Caracas de la realidad nacional.

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