Mañana, debate. Será algo aburrido y no cambiará nada, pienso. Jugarán al cero y a no meter la pata. Lo del 24 sí es bravo; si ese día le erramos, pasarán cosas y hasta puede que nos vayamos al carajo. Hoy el mundo es diferente: mucho bicho raro. Democracias muy machucadas y populismos y fanatismos rampantes. Gobernantes y dirigentes categoría sub14, para ser generosos. Y todo eso juega.
Los uruguayos además manejamos dos supuestos errados, creo: que aquí no pasa nada y que todos son lo mismo. Se repite eso de que en Uruguay es distinto. Algo muy naif o una compadrada. Que nuestra izquierda no es violenta y no piensan en guerrillas y esas cosas caribeñas, que nuestros militares son civilistas, que en verano no ocurre nada (tuvimos más de un verano caliente y febreros amargos). Van a pasar cosas, según elijamos.
Venezuela no está lejos y menos Argentina. Por qué no podría darse aquí lo de esos países: tenemos unos cuantos pichones de Maduro y muchos más seguidores de los Kirchner (nacionalizar o apoderarse del ahorro privado para las jubilaciones). También hay unos cuantos que estudian para Milei y hasta para Bukele. Todos dentro de la misma bolsa.
El peligro es bastante cierto; y si se da en Uruguay es mucho más grave: ni tiene el petróleo de los venezolanos ni la infinidad de riquezas de los argentinos. Nos puede ir mal; nadie está libre.
Tampoco es cierto eso de que todos son lo mismo; ni los dirigentes ni los partidos. No son lo mismo ni en su ideologías, sus objetivos y sus prácticas; nunca se ha estado tan dividido. Hasta las tribunas están separadas. Antes, eso, era impensable.
El FA de hoy no es el de Seregni, (progresista y batllista) Michelini (batllista), Terra (socialcristiano), Cardoso (socialista), Jaime Pérez (comunistas) ni el de Héctor Rodriguez y José D’Elía. Se dice que las comparacio- nes son odiosas: en ese caso serían superodiosas. Aquel FA, que nació como una esperanza ante el desorden en el plano político, se fue corriendo, de a poco pero sin pausa. La decapitación de Seregni fue todo un “avance”. Hoy es marxista, con una clara mayoría del MPP ligado a los Tupamaros y un Partido Comunista con menos votos que los esperados, pero con el dominio del Pit-Cnt y dos senadores sin los cuales no hay mayorías y algunos otros grupos más radicales, aún. No tiene propues-ta, solo lo que dice la doctrina, cuya dialéctica comienza por destruir. Lo han hecho: oponerse, pedir cuarentena para la pandemia, (no han tenido ni la hidalguía de reconocer lo que hizo el gobierno), sin propuestas y mentiras y populismo a rolete: menos trabajo y más salario o jubilación, salario básico, y “deslizan” agua y salud gratuitas y otras maravillas.
No tienen nada y si lo tienen lo esconden y eso asusta más.
Enfrente tampoco es que haya mucho. Convénganos que ni Orsi ni Delgado mueven mucho a la gente; y que este le erró feo en alguna decisión. Tampoco hay un “legado”, como quedó confirmado en las votaciones, pero sin embargo estas le armaron a los Republicanos una estructura con buen cimiento y pesos y contrapesos, que haría que esta coalición, de seguir en el gobierno, engranará mejor que la anterior liderada por Lacalle Pou. Y eso asegura que no habrá cambios peligrosos. Al votar, cada uno sabe mejor que nadie qué es lo que más le conviene.