Nos mandataron concordia

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Las reacciones al resultado de la elección del domingo pasado deben llevar a la reflexión.

Algunos operadores del Frente Amplio afirmaron que el hecho de que éste tenga mayoría en la Cámara de Senadores debe llevar a votar a Yamandú Orsi.

Es la única forma de que haya gobernabilidad y en esa Cámara es donde se aprueban las venias para los integrantes de los entes y servicios descentralizados declaman con tono dramático. Dicha afirmación revela un triple desconocimiento o hasta mala fe.

En primer lugar, el argumento de la gobernabilidad aplica tanto a no tener mayoría en el Senado como no tenerla en Diputados. El Frente Amplio no tiene mayoría en la Cámara de Representantes por lo que tampoco habría que votar a Orsi entonces.

Ese argumento de la no gobernabilidad, además, revela un profundo desconocimiento de la normativa constitucional y nuestra historia política.

La Constitución establece un sistema pensado para estas situaciones.

El constituyente quiso que el Poder Ejecutivo estuviera sujeto a un apoyo político especial y tradujo esto en la posibilidad de interpelar y eventualmente censurar a los ministros.

Ese es el sistema previsto en la Constitución.

Lo que sucede es que en los últimos veinte años, quince del Frente Amplio y cinco de la Coalición Republicana, al tener mayoría parlamentaria el Poder Ejecutivo esa censura no se pudo llevar adelante.

Pero la previsión constitucional está y es bueno que esté.

Si las explicaciones de un ministro en el Parlamento no se reputan suficientes se puede llegar a la censura. Si el presidente decide mantenerlo el Parlamento puede -siempre de acuerdo con la Constitución- mantener la misma y en tal caso se convoca a elecciones legislativas anticipadas.

Algo que sucede habitualmente en democracias avanzadas.

Decir que si no se vota al partido que tiene la mayoría en una de las Cámaras porque de lo contrario no se podrá gobernar encierra también un concepto inmoral. Es lo mismo que decir que si el Pueblo no me vota yo no te dejaré gobernar.

El otro argumento al que se hace referencia es que no se podrán aprobar las venias para los directores de Entes y Servicios Descentralizados.

¿Cuál es el problema?

De nuevo la Constitución prevé lo que sucede en tal caso. Si no se aprueban siguen las actuales autoridades que fueron designadas por la actual Coalición Republicana.

Con seguridad el Frente Amplio no querrá que sigan los mismos de la CR y entablará negociaciones para las nuevas designaciones. Las que, además, requieren la iniciativa privativa del Poder Ejecutivo.

Lo otro que sostienen es que no se aprobarán las leyes de Presupuesto y Rendición de Cuentas.

De nuevo es la Constitución la que habla. En tal caso se aplica el Presupuesto vigente porque la vida continúa y el país sigue adelante.

¿Querrá el FA que siga el actual presupuesto aprobado por el gobierno del Dr. Lacalle Pou?

Quizás sí lo quiere ya que es muy bueno. Si así lo considera se seguirá con el presupuesto de la Coalición Republicana. El gobernar sin mayorías parlamentarias no es nuevo en nuestro país. Es más, desde el año 1985 hasta el 2005 fue lo que ocurrió.

Ello obligó a buscar acuerdos con la oposición.

También permitió aprobar leyes fundamentales para el desarrollo actual como la de la forestación, la de Zonas Francas, la de Puertos, la reforma previsional de 1996 o la de la salida de la crisis del 2002. Es que el hecho de que no haya mayorías parlamentarias tiene un doble efecto virtuoso.

El primero es que obliga a una actuación ministerial muy exigente.

La natural inclinación humana a dejarse estar o no exigirse se ve acicateada por el hecho de saber que hay una mayoría parlamentaria que respalda a los ministros hagan lo que hagan. Por el contrario, no tenerla es un incentivo para trabajar mejor y esforzarse más.

La segunda virtud que tiene no tener esa mayorías es que obliga a hacer acuerdos que incluyan no solo a quien esté en el Poder Ejecutivo sino a la oposición.

Eso que muchas veces aparece como dificultoso es una oportunidad para el país de tener una base más amplia de consenso para avanzar.

Sucedió en España allá por 1977.

Adolfo Suárez había llegado al poder con el 35% de respaldo.

Estaba en absoluta minoría y convirtió esa aparente debilidad de no tener mayoría en el Parlamento en una fortaleza.

De la mano de su Ministro de Economía convocó a todos los partidos, gremios, entidades empresariales y logró lo que se conoció como el Pacto de la Moncloa. Este sentó las bases de la España moderna, el desarrollo económico del país e impulsó el crecimiento.

En la tumba de Suárez en Ávila hay una lápida en la que está escrito “Fue Posible la Concordia”.

Ese es el mensaje que debiéramos dejar los que integramos el sistema político uruguayo dentro de cinco años cuando finalice un gobierno sin mayoría parlamentaria.

Es lo que nos mandató el Pueblo oriental con su voto el pasado domingo: nadie tiene mayorías y deben buscar la Concordia.

Porque el interés supremo siempre es el del país.

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