El comienzo de un nuevo gobierno es una oportunidad clave para discutir las agendas estratégicas para el país. La educación universitaria es uno de esos temas. En el mundo actual un sistema universitario eficiente es condición indispensable para el desarrollo económico y social.
Nuestro sistema universitario tiene carencias y enfrenta desafíos que nuestro nuevo gobierno debería tener en cuenta en su elaboración de políticas.
Uno de los principales problemas es que la formación de talento es insuficiente. Menos del 14% de los uruguayos tienen títulos universitarios comparados con más del 40% en promedio en los países más desarrollados. Adicionalmente, este escaso 14% de uruguayos con formación universitaria culminada, es en su mayoría del quintil de mayores ingresos y solo una pequeña minoría del quintil más pobre. Según un reciente informe de Ceres, mientras 64% de los jóvenes de familias con mayores ingresos estudian carreras universitarias, solo 13% de los de menores ingresos acceden a ellas. Esto representa un problema evidente en términos éticos, pero además implica una limitación en la cantidad de talento disponible que impide hacer más competitivas a las empresas, atraer inversión extranjera para trabajos más calificados y hacer más eficiente el funcionamiento del Estado.
Incrementar la cantidad de graduados universitarios y hacer más equitativo su acceso a todas las clases sociales debería ser uno de los principales objetivos del nuevo gobierno. No es un tema sencillo ni barato.
Las barreras ideológicas tendrán que dejar paso a la búsqueda del bien público, considerando que la gratuidad y el monopolio de los fondos públicos para las instituciones públicas, después de más de 100 años, no han mejorado la situación.
Deberíamos ir hacia un sistema integrado de educación universitaria tal como ocurre, por ejemplo, con el sistema integrado de salud que fue creado por el mismo partido que está hoy en el gobierno. El sistema integrado de salud brinda la libertad a los ciudadanos para elegir su prestador de salud, público o privado, generando una mayor eficiencia en la asignación de los recursos públicos y una mayor diversidad de opciones para los usuarios.
Otro tema central para la agenda universitaria es la promoción de la investigación y la innovación en el sistema productivo. Debemos apuntar a una producción de bienes y servicios más diferenciada y con mayor contenido de conocimiento y tecnología.
En los últimos años se desarrolló un sector tecnológico interesante en nuestro país, pero seguimos dependiendo en gran medida de producción primaria con escasa diferenciación, vulnerable a barreras comerciales, volatilidades del mercado y diferencias de cambio.
La investigación y la innovación en la mayor parte de las empresas uruguayas, tanto públicas como privadas, siguen siendo insuficientes. Las empresas invierten poco en investigación, no contratan investigadores y muchos investigadores prefieren permanecer en el ámbito académico en lugar de vincularse con el sector productivo.
Un factor importante en la falta de colaboración entre empresas y universidades es la falta de incentivos fiscales, que bajo distintas formas son siempre el motor de arranque de estas colaboraciones que permiten agregar valor a la producción, generar competitividad y crear puestos de trabajo calificados. La experiencia internacional es inequívoca al respecto. La competitividad requiere innovación e investigación y esta debe ser hecha y utilizada por las empresas, pero esto no sucede sin la existencia de fondos públicos que actúen como catalizadores.
Un gobierno anterior del mismo partido que está hoy en el gobierno creó un sistema incipiente de incentivos para promover la colaboración entre universidades y empresas (bajo la forma de exoneraciones tributarias para donaciones), pero el gobierno posterior, del mismo partido, redujo significativamente su alcance, hasta hacerlas prácticamente inutilizables como herramienta de fomento de la innovación.
El nuevo gobierno debería también tomar en cuenta los grandes cambios que ya empezaron a ocurrir y que se van a acelerar y profundizar con el desarrollo de la inteligencia artificial. El impacto en el mercado laboral es difícil de calcular.
La actualización educativa de las personas pasará a ser un problema de Estado, ya que los ciudadanos tendrán que estar siempre aprendiendo y reaprendiendo porque sus profesiones y oficios cambiarán constantemente. La sociedad tendrá que ayudar a todos los ciudadanos a estar siempre un paso adelante en su actualización profesional, porque la automatización de actividades será cada vez más rápida y extendida.
En la nueva agenda universitaria el gobierno también debería tomar en cuenta la escasa orientación hacia carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) de los profesionales uruguayos, y en especial la baja participación de mujeres en carreras STEM. Por ejemplo, las mujeres son 2/3 de los alumnos en los bachilleratos de Medicina, pero solo un 1/3 de los de Ingeniería.
En Udelar casi 80% de los alumnos de Medicina y profesiones relacionadas son mujeres, pero solo 25% en Ingeniería (excluyendo Informática). Esto es un desperdicio de talento perjudicial para el país y por supuesto para las mujeres subrepresentadas en algunas de las carreras con mayor potencial de futuro.
Deseo al nuevo gobierno el mayor de los éxitos porque su éxito sería del país y no de ningún partido, y espero que los próximos años muestren avances en el desarrollo universitario que ha tenido cambios positivos en los últimos años pero que tiene mucho para mejorar y funcionar como la plataforma para propulsar a nuestro país al estadio de desarrollo al que aspiramos.