Siendo objetivo, cosa casi imposible, hay que concluir que la gente piensa con la cabeza y vota con las patas, como se dice vulgarmente.
Al votar, frente a la lógica y la realidad priman los sentimientos. La gente ve las cosas claramente, pero después en los hechos lo niega, ya sea por prejuicios, por tradición, por ideología o porque la engañan y no se da cuenta .
Sabido es que si a los uruguayos se les consulta sobre el sistema jubilatorio tienen claro que está en crisis y que hay que reformarlo. Cuando se les pregunta ¿qué reformas?, hablan de subir las jubilaciones y bajar el mínimo para jubilarse. Es de locos. La gente quiere soluciones mágicas. Quizás de ese estado mental es del que quiere aprovecharse el Pit-Cnt y el FA, para derogar la ley jubilatoria. Entonces sí, no habrá más aumentos ni mínimos ni máximos ni jubilaciones, y eso es lo que Abdala y Pereira les proponen.
Cada uno es dueño de hacer lo que quiera, pero cuidado: fíjate en Argentina. Y hay otros ejemplos sobre esa dualidad objetivo-subjetivo: el del senador Jorge Gandini es uno. De las mayores espadas del oficialismo en el Parlamento. Inteligente, trabajador, peleador cuando es preciso y buen negociador cuando se lo requiere. Impecable trayectoria, y además proclama para sí y para su partido la impronta de Wilson. Aun ninguneado por el propio gobierno -Lacalle Pou le ha puesto piedras en el camino- Gandini no ha aflojado ni dentro de su partido ni en la defensa de la política gubernamental.
Es un candidato fuerte, en potencia. Los blancos lo deberían considerar; necesitan candidatos potentes y convocantes.
Según las encuestas para las internas Gandini solo recibiría el apoyo de 3 por ciento.
Parece poco, objetivamente. Según la lógica y los hechos.
Y qué me dicen del Partido Independiente. Aunque no son de hacer mucha alharaca su gente ha cumplido una buena gestión en todos los lugares en que les ha tocado y les toca actuar y casi siempre bailando con la más fea. Gente honesta y laburante. Para empezar el ministro Pablo Mieres: trabajo y seguridad social. Pavadita de tarea: con el ensoberbecido Pit-Cnt enfrente y por otro lado la suerte de los jubilados. Lo ha manejado muy bien, con firmeza y flexibilidad; con buenas maneras, con tolerancia, comprensión pero sin abdicar de su deber y sus principios. Lo mismo pasa con Daniel Radío como secretario general de la Junta Nacional de Drogas, nada menos. O Mónica Bottero en el Instituto de la Mujer, hostigada y obstaculizada por el feminismo partidario. O Gerardo Sotelo al frente de los Medios Públicos: profesionalidad y un equilibrio y neutralidad que son ejemplo. De ahí tantos esfuerzos por empañarlo. Conrado Ramos en Servicio Civil ha sido un titán, empujando y empujando, para ordenar la inmensa jungla del funcionariado. Y qué decir de Iván Posada, único legislador del PI. Un veterano en el metier, que juega en toda la cancha, multiplicándo- se, que salta de comisión en comisión, siempre con aportes, y como se dijo, sin abdicar.
Y hay más que no cito aquí, pero todos en esa línea.
La gente reclama políticos que trabajen, que se ganen el sueldo, que no se pasen viajando, que sean principistas y constructivos, que no sean ricos ni que se aprovechen de la política para enriquecerse. Ese es el ideal, según dicen y según reclaman.
Objetivamente, el PI encaja en ese ideal, ¿no?: lo apoya el 1 o 2 por ciento de la población.
Así se piensa y así se elige.