Ahora se trata de la libertad frente al espíritu totalitario. Javier Milei la noche de las elecciones del 22 expuso un muy atractivo discurso que apuntó a incorporar a todos los partidarios de la sociedad libre, cualquiera sea el espacio del que provengan. En esta instancia queda una clara división de aguas. Se sabrá quién es quién. Una parte de la oposición aceptó con grandeza la invitación de Milei. Otros dirigentes políticos fuera de La Libertad Avanza están negociando cargos para un eventual -y esperemos poco probable- triunfo del kirchnerismo peronista, una lacra que los argentinos venimos padeciendo desde hace décadas.
Todo cambió a partir del último proceso electoral. Como queda dicho, ahora se trata de la libertad frente al espíritu autoritario. Esto último debido al atropello de derechos constitucionales como la propiedad en un contexto de endeudamiento astronómico, una maraña impositiva sin precedentes, una inflación galopante, un enjambre cambiario de una densidad colosal, una marcada inclinación a asociarse con gobiernos criminales, una cerrazón absoluta al comercio internacional, una legislación laboral que atenta contra el trabajo, un manejo de la pauta oficial descarado que aplasta la libertad de prensa, un unitarismo que avasalla la concepción federal y equivalentes. Todo lo cual redunda en mayor pobreza, precarización y carestía insoportable, responsabilidad del actual equipo gobernante que no ha hecho más que acentuar en grado exponencial los males que veníamos padeciendo desde hace la friolera de ochenta años.
Frente a este desbarajuste peligroso está Javier Milei y La Libertad Avanza que ha expuesto un detallado plan de gobierno que apunta a reconstituir valores alberdianos desde la perspectiva moral, institucional, ambiental, monetaria, impositiva, laboral y de comercio exterior. Como muchos han sido incapaces de refutar sus propuestas se han dedicado a hacer cuestiones personales, lo cual incluye temas temperamentales que no hacen a los valores que sustenta el candidato. Dicho sea al pasar a Alberdi se lo cuestionaba por mal carácter, especialmente a raíz de los adjetivos subidos de tono a que recurrió, por ejemplo, en sus libros Grandes pequeños hombres del Plata, Cartas Quillotanas y La república argentina 37 años después de la Revolución de Mayo, lo cual no es para justificar malos modos sino para poner en contexto la situación.
Por otra parte, hay quienes levantan dedos acusadores confundiendo campos siendo partícipes de lo que acusan con lo que les cabe el célebre poema de Sor Juana Inés de la Cruz donde mantengo el predicado y cambio el sujeto: “Hombres necios que acusáis…”. Lo relevante consiste en hacer un zoom sobre los valores que propone Milei y percatarse que buena parte de los rechazos se deben a una muy escasa comprensión de lo que significa una sociedad libre donde cada uno debe poder hacer lo que estima pertinente sin lesionar derechos del vecino. De allí mi definición de liberalismo tan citada por Javier: “El liberalismo es el respeto irrestricto a los proyectos de vida de otros”, lo cual para nada quiere decir que adherimos a los proyectos de vida del vecino, más aun nos puede resultar repugnante pero como queda dicho si no se invaden derechos no puede recurrirse a la fuerza, la cual solo puede utilizarse con carácter defensivo. En este plano destaco que la expresión “tolerancia” no me atrae especialmente puesto que arrastra cierto tufillo inquisitorial de perdonar errores ajenos desde una posición privilegiada ya que los derechos no se toleran, se respetan. Como decía Einstein “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos” y la forma de operar en una sociedad civilizada consiste en el respeto recíproco formado por la vida, la libertad y la propiedad, el resto es responsabilidad de cada cual. Bajo mi computadora tengo un enorme letrero que pertenece al lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, es decir no hay palabras finales. Como nos ha enseñado Karl Popper, el conocimiento tiene la característica de la corroboración provisoria abierto a refutaciones. Esto en nada va en línea con el relativismo epistemológico que no solo es incoherente con esa misma postura puesto que sería relativa sino que las verdades son correlatos entre el juicio y la cosa juzgada, los hechos y sucesos son independientemente de las opiniones, el asunto trata de esfuerzos por incorporar conocimientos para lo cual es indispensable la libertad de expresión.
El 18 de octubre en el Movistar Arena, en el cierre de campaña de Javier, abrí el acto con un discurso como único orador junto con el candidato que se explayó en una arenga magnífica. Allí subrayé lo que estimo son aspectos sobresalientes de las propuestas de LLA, junto con algunas opiniones personales. Es de esperar que todos los que suscriben las bases liberales que hicieron de nuestro país la admiración del mundo vuelvan a entronizarse a la brevedad. Nos va la vida en esta hazaña, lo cual interesa también a la región. Hay que abandonar medias tintas y actitudes timoratas.