Me da un poco de pudor escribir por tercera vez una columna similar sobre este mismo tema.
Pero el reciente informe del Instituto Cuesta Duarte del Pit-Cnt difundido este miércoles sobre la evolución de la masa salarial en el país, es un nuevo máximo en el manoseo de datos.
La campaña electoral hizo que muchos se estén acostumbrando a reinterpretar los datos con evidente intencionalidad política y poco decoro republicano.
La democracia es el espacio del disenso, es el sistema en el que confrontamos interpretaciones de forma pacífica y en base a reglas comúnmente aceptadas. En un sistema democrático de alta calidad, como es el nuestro, esa confrontación es en base a datos y hechos comunes.
Un mínimo de realidad que todos aceptamos y a partir de allí discutimos interpretaciones y estrategias.
Para esto es absolutamente imprescindible contar con indicadores de la realidad objetivos y respetados por todos, sin eso se hace muy difícil todo lo anterior.
A diferencia de algún informe anterior, como el que hizo el IECON que cuestionaba los números de empleo, esto que publicó el Instituto Cuesta Duarte es bastante menos serio.
En este informe titulado “La masa salarial y su participación en el producto”, hacen dos cosas muy llamativas.
Primero los autores optan por no incorporar cambios metodológicos incluidos por el Instituto Nacional de Estadística que mejoran sus estimaciones de una forma que la estimación del empleo da un número sensiblemente menor.
Por algo se dejó de usar el corte transversal, no estimaba bien los datos de mercado laboral.
Pero además, y quizás más importante, se olvidan totalmente de los cuentapropistas.
La literatura económica más aceptada discute que parte de los cuentapropistas se debe tomar como ingreso salariales (en general en torno a dos tercios).
Pero para no incluirlos en absoluto no encuentro otra explicación que la voluntad de que los números den lo que uno quiere.
Que tenemos más personas trabajando por más salario real que en el año 2019 ya lo sabíamos. Con quien diga otra cosa, la verdad que no es muy interesante discutir.
En eso, más allá de los niveles (incluso si diéramos por buena la estimación del Instituto de Economía sobre el empleo en el país) estamos todos de acuerdo.
Pero esta semana dimos un paso más y se pasó a manipular más brutalmente y de manera inaceptable los datos de masa salarial.
Tomando la metodología correcta y considerando a parte de los cuentapropistas como trabajadores (tal como indica la literatura más aceptada) la masa salarial en Uruguay creció en términos reales y también como porcentaje del PIB.
La masa salarial sobre el producto bruto (ajustada por horas trabajadas) y usando los datos oficiales fue 2017 48,3%; en 2019, 47,1%; en 2021, 43,7% y en 2023, 50,0%.
Para cuidar la calidad de la democracia y el nivel de la discusión necesitamos bases sólidas sobre las que construir. No las rompamos.