El 27 comenzamos a elegir Presidente. Allí comenzará a dirimirse la pulsión entre continuidad o cambio (el cambio que representa el Frente Amplio sólo supone un riesgoso retroceso).
Por tanto habrá que ver las condiciones y atributos de los candidatos para suceder la exitosa gestión de Luis Lacalle Pou.
A todas luces, día a día, se comprueba que la opción más sólida y capacitada para ocupar la Presidencia en esta etapa crucial del país, es la de Álvaro Delgado. Los atributos que reúne lo colocan como el abanderado natural del proyecto transformador que comenzó el 2020. Su capacidad de diálogo, su temple y firmeza en la toma de decisiones, su vasta experiencia en la gestión, su conocimiento profundo e integral de la realidad del Uruguay, y su sensatez, -lo que le otorga un sentido común envidiable a la hora de tomar decisiones responsables y bien fundamentadas-, lo colocan como mejor candidato para ser Presidente.
Es que Delgado tiene adquirido el “oficio de Presidente”. Durante su labor como Secretario de la Presidencia, junto al Presidente Luis Lacalle Pou, tomaron a diario decisiones complejas, particularmente durante la Pandemia, adquiriendo una experiencia enriquecedora e intransferible, la experiencia de capitán de tormenta -y en este caso que llega a buen puerto-. El llegar a buen puerto marca el temple, la capacidad y la baquía, y es que no son para cualquiera las botas de potro. Y Delgado marcó que tiene las cualidades necesarias para gobernar.
Delgado es además, ampliamente reconocido como hombre de diálogo. Esta capacidad de tender puentes entre diferentes sectores de la sociedad, su habilidad para escuchar y entender a todas las partes, y su decisión firme de buscar acuerdos, lo sitúan como un líder responsable, seguro y confiable. Esa condición le permitirá conformar una nueva fase de la Coalición, donde la coordinación resulte plenamente aceitada y fluida. En tiempos donde la polarización tiende a generar más distancias que consensos, un liderazgo como el de Delgado, centrado en la búsqueda constante de entendimientos sólidos, resultará clave para el desarrollo del país.
Delgado también posee otro atributo necesario para ser buen Presidente: un conocimiento total del Uruguay, que va mucho más allá de lo que pueden ofrecer los informes o los estudios técnicos. Su cercanía, su experiencia recorriendo cada rincón del país, le ha permitido conocer de primera mano las realidades diversas que atraviesan los uruguayos en sus vidas cotidianas. Ha estado presente en las ciudades más grandes, en los pueblos más pequeños, en los barrios más populosos y en las zonas rurales más apartadas, recogiendo el sentir de la ciudadanía y entendiendo profundamente sus necesidades. Este conocimiento íntimo del país es un activo invaluable para cualquier gobernante, ya que solo quien conoce verdaderamente las realidades de su pueblo está en condiciones de responder adecuadamente a sus demandas.
Por su trayectoria, su experiencia y su conocimiento del país, Álvaro Delgado es el uruguayo mejor preparado y más capacitado para gobernar. Su perfil encarna las virtudes necesarias para liderar con éxito al país rumbo al más desafiante objetivo: llevar a Uruguay a estándares de desarrollo.
Ofrece certezas sin renunciar a los desafíos. Ofrece voluntad sin caer en voluntarismo, ofrece proyecto y tiene equipo.
Álvaro Delgado puede suceder a un buen gobierno, siendo, como lo fue Lacalle Pou, otro gran Presidente.