Antonio Mercader
En una de sus acepciones, gusano es una "persona vil y despreciable". Es también un animalito pequeño, blanduzco y de forma alargada, pero en esta historia nos quedaremos con la anterior acepción, la elegida por Fidel Castro para acosar a sus enemigos. "Los que se van son gusanos", insulta el comandante supremo a quienes logran huir de su isla-cárcel. Los castristas, obsecuentes con su jefe, atizan esa misma expresión a todo aquel que les resulta molesto -pongamos por caso, un periodista uruguayo- sin comprender que a estas alturas es peor ser castrista que gusano.
Esto viene a cuento porque un funcionario de Presidencia de la República quiso intimidar a un periodista llamándolo gusano. Fue Gustavo Antúnez, subdirector de la Secretaría de Comunicación Institucional (SCI), quien usó el teléfono celular de su servicio público para enviar un mensaje de texto con esa palabreja a Martín Pintos, jefe de informativos de El Espectador. Antúnez, disgustado por la manera en que Pintos informó sobre el último acto público de Tabaré Vázquez, decidió atacar al periodista con este epíteto tan frecuentado por la dictadura cubana.
Al hacerlo cometió un torpe atentado contra la libertad de prensa a la vez que mostró su hilacha castrista. Es que, cuando pontificaba en público, Castro solía distinguir dos tipos de personas: los compañeros y los gusanos. Sólo un acólito de Castro sería capaz de usar esa metáfora zoológica y caribeña para acosar a un periodista profesional que cumple con su misión de informar. Tal descarrío es suficiente razón para que el Presidente de la República demuestre su respeto por las libertades públicas sancionando a ese subalterno con veleidades de censor. Un funcionario que debe ser destituido de inmediato.
El incidente con Martín Pintos coincidió además con una denuncia que el semanario Voces del Frente, frenteamplista e independiente, estampó en su último editorial. Un editorial que empieza así: "Algunos hechos ocurridos, nos recordaron un discurso de Tabaré. No el del sábado pasado, uno antiguo. Fue cuando en uno de sus comentarios sobre la prensa, dijo que en este gobierno no hay más llamaditas. Sería bueno que nuestros jerarcas lo recordaran". Después se describen diversas modalidades de presión que ese semanario padeció recientemente y se eleva, en tono de advertencia, un pedido final: "No llamen más, no disquen el teléfono".
No se aclara si ese teléfono desde el que se hostiga a los periodistas es el ya célebre de Antúnez (el 099-581700) o si es otro. De todos modos, lo singular de la denuncia es que proviene de un medio de izquierda, lo que le impide al gobierno ampararse en el cuco de la conspiración de la prensa de derecha (¿recuerdan lo de "un eje del mal" periodístico?). Los casos de Pintos y Voces revelan que en lo alto del gobierno, la Presidencia de la República, hay devotos del diario "Granma" que pretenden intimidar a la prensa plural a la que deben considerar, a semejanza de Fidel Castro, "una pluriporquería".
Antúnez nunca debió enviar su torvo mensaje a Pintos ni adornarlo con ese feo calificativo cuyos antecedentes lejanos parece ignorar. Fue Hanna Arendt quien advirtió que los judíos fueron masacrados por los nazis no como enemigos políticos sino, como repetía Hitler, en su calidad de "alimañas" y "gusanos", es decir, como animales de menor cuantía y no como personas. Sirva este antecedente para recordar en quién se inspiró Fidel Castro y a quién imitan, cuando hablan de gusanos, sus feligreses uruguayos.