Politólogos che pibe

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El nuevo escenario político que quedó luego de las elecciones precisa ser explicado: el Frente Amplio (FA) ganó el Senado, pero no la Asamblea General (AG) ni Diputados en el Parlamento. No fue mayoría absoluta. La Coalición Republicana (CR), que existió como acuerdo político y no como lema nacional, superó por 90.224 al FA. Pero eso no le garantiza un triunfo en el balotaje.

La inmensa mayoría de los análisis especializados de estos días han ido en el sentido de favorecer el posicionamiento izquierdista y la candidatura de Orsi. La clave está en que pasaron a ocupar protagonismo los politólogos y analistas pro FA. Entre ellos, hay dos desembozados: Chasquetti y Bottinelli.

El primero se ha referido al “bloqueo” que sufriría la eventual presidencia de Delgado por razón de la mayoría del FA en el Senado. A pesar de ser aritméticamente cierta esa mayoría, el análisis es mentiroso (y Chasquetti sabe bien que lo es). Por un lado, porque si el Senado no vota las venias de las nuevas autoridades, permanecen las que están, y por tanto no hay un problema de gobernabilidad. Por otro lado, porque para que mociones contrarias a los ministros en el Senadores sean realmente relevantes, deben pasar al procedimiento de censura, que es algo que se resuelve en la AG donde el FA no es mayoría.

Y si en alguna oportunidad lo fuera, por la sumatoria del partido de Salle por ejemplo, debiera de usar con prudencia ese instrumento: en efecto, la Constitución obliga al Parlamento a ser cauteloso, ya que en un escenario de desacuerdo el presidente puede convocar a elecciones legislativas anticipadas.

Bottinelli legitimó la estrategia del FA para sumar votos para el balotaje a partir de los resultados del Sí al plebiscito de la seguridad social. En vez de señalar lo obvio, que es que semejante actitud vuelca a Orsi hacia la opinión minoritaria, ya que el 62% de los uruguayos no apoyó el plebiscito, la luz arrojada por el exsecretario de Seregni pretendió incluso hacer creer que hay unos 34.000 votos potenciales pro Orsi que, si bien votaron en blanco a partidos en octubre, introdujeron una papeleta del Sí en sus sobres de votación. Su análisis parece pura propaganda bolche de la peor época: por un lado, es una burda mentira, ya que esos 34.000 no fueron todos para la papeleta blanca; por otro lado, incurre en una inconsistencia lógica, ya que por definición un voto en blanco no puede ser interpretado en un sentido pro o anti Orsi o Delgado.

Ningún politólogo zurdo ha dicho lo más importante: que el Parlamento quedó prácticamente empatado entre dos bloques y que eso obliga al FA y a la CR a buscar grandes acuerdos parlamentaristas, del estilo alemán CDU- SPD. Fue un mensaje fuerte contra una grieta ya instalada, y que debiera de hacernos reflexionar sobre la llamati-va inteligencia de nuestra ciudada- nía que, viendo lo que ocurre en otras democracias, envía una señal contundente al sistema político en un senti-do de exigencia de negociación, logro de pactos, y espíritu de concordia nacional.

Uruguay marcó un fuerte cambio de talante en octubre. El balotaje será ganado por quien muestre haber entendido mejor este nuevo tiempo. Mientras tanto, claro está, los Chasquetti y Bottinelli seguirán siendo, como siempre han sido, los che pibe del FA.

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