Por qué darles un móvil antes de los 13 años

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Este texto comienza con un disclaimer, una advertencia. Quien esto escribe no tiene (todavía) una posición firme sobre el tema y está, como muchos de quienes esto lean, en la búsqueda de respuestas para decidir qué hacer con los niños de su familia.

Esta semana El País de Madrid publicó un artículo sobre Jordan Shapiro, especialista en alfabetización digital y autor de The New Childhood: Raising Kids to Thrive in a Connected World (La nueva infancia: criar a los niños para que prosperen en un mundo conectado).

El especialista desarrolla en el libro su tesis de que tenemos que abordar la relación de nuestros hijos con la tecnología y el modo en el que hablamos con ellos al respecto de una forma muy similar a cómo lo hacemos cuando se trata de sexo.

Shapiro, que trabaja en la organización que creó Sesame Street y lanzó ahora un nuevo libro sobre cómo ser un padre feminista (Father Figure), no está solo en esta idea. El psicólogo e investigador Howard Gardner (quien creó la idea de que tenemos diferentes tipos de inteligencias y no una sola como creímos durante mucho tiempo) asegura que “para aquellos que se lamentan de lo que le puede faltar a la generación de las apps, Jordan Shapiro ofrece un escenario oportuno y tranquilizador”.

El primer paso, explica Shapiro, es salir de la retórica del on-off. O lo que es lo mismo dejar de hablar de horas de pantalla y horas sin ella para empezar a trabajar en el qué ocurre cuando nuestros niños están en la pantalla. Así como sabemos que no todos los libros son iguales ni aportan lo mismo (si habrá publicado porquerías la industria editorial en sus décadas y décadas de historia), tenemos que empezar a pensar acerca de los videojuegos, los youtubers y otras tantas cosas más, en los mismos términos. Intentar acercarnos y entender qué hacen nuestros hijos y cómo, qué les aporta y qué no les aporta el tipo de entretenimiento que eligen cuando usan las tan mentadas pantallas.

Shapiro dice que hay que dejar que los niños jueguen y, sobre todo, jugar con ellos. Entender cómo funcionan las formas de contar y estructurar relato en los videojuegos y, sobre todo, estar ahí para ayudarlos a procesar muchas de las cosas que tienen enfrente. Por eso mismo, el especialista da una recomendación que va contra muchas de las que hemos escuchado hasta ahora y contra mucho de lo que hemos pensado nosotros mismos respecto de la tecnología y los niños: hay que darles dispositivos tecnológicos antes de los 13 años y no después. “La mayoría de la gente da por primera vez un smartphone a sus hijos sobre los 13 años. Me parece el peor momento posible. Todo lo relacionado con la apariencia, la popularidad... ¡está en el teléfono! ¿Crees que tu hijo la primera vez que lo ve es a los 13? Hay que hacerlo antes, cuando todavía puedes darles pautas, consejos saludables. A los 7 o 9 años un hijo dice: ‘Sí mamá, sí papá, hago lo que tú me digas’. Pero en cuanto tiene 13 te dice: ‘Tú no sabes de lo que hablas’. No digo que el niño tenga un Instagram con 3 años, pero hay que enseñarles pronto. La mayoría de la tecnología no existía cuando éramos pequeños y nadie sabe cómo hablar de ella. Por eso, ¿por qué escuchamos a los techies hablando de crianza? Cuando leí lo de Steve Jobs (no quería que sus hijos usaran tecnologías) pensé: es a la última persona a la que le pediría consejo sobre crianza. Sí acudiría a un doctor, a un educador, hasta a un cura... Pero no a alguien que construye teléfonos”, dice Shapiro y te deja pensando.

La llegada de una nueva tecnología, e incluso una nueva forma de estructurar los relatos, produce mucha incertidumbre y miedo (ya hemos hablado del pánico moral otra semana). Hace cientos de años, Sócrates estaba en contra de la palabra escrita porque le daba rigidez al pensamiento. Sin embargo, uno de sus alumnos más aplicados aprendió mucho de él pero también estuvo dispuesto a desafiarlo. Platón, el más brillante discípulo de Sócrates, abrazó la palabra escrita y dejó textos que aún hoy podemos considerar una piedra fundamental de la filosofía moderna.

Esta columna termina como empezó, sin saber la respuesta. Sin embargo, algo tiene claro quien escribe estas líneas. Son los Platón los que nos llevan hacia adelante.

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