Aunque las planificaciones y acciones de las organizaciones civiles y gubernamentales se llevan a cabo persiguiendo objetivos y metas muy específicas -bien definidas-, y no se pretenda que sean aplaudidas por la comunidad, siempre constituye un gran estímulo el hecho de que reciban un reconocimiento público por lo positivas y constructivas que resultaron.
A eso apunta el Premio Nacional de Ambiente, que cada año destaca el accionar en el terreno de la sostenibilidad de organizaciones en ámbitos muy distintos pero complementarios, como la sociedad civil, los gobiernos locales, las empresas Mipymes y las grandes empresas.
Estas distinciones otorgadas por el Ministerio de Ambiente reconocen y premian a quienes trabajan cada día persiguiendo objetivos de mitigación de los problemas ambientales que condicionan la calidad de vida de nuestra sociedad, que afectan el equilibrio de los ecosistemas nacionales y degradan la producción.
Desde luego estamos hablando de un premio que persigue la promoción de las buenas prácticas, haciendo público el reconocimiento a las organizaciones distinguidas. Al no tener asociado un premio material de considerable valor monetario -como suele ocurrir con otros premios- puede parecer poco, pero no lo es.
Lo que pretende es construir conciencia y responsabilidad ambien- tal en los integrantes de la comunidad, sin distinción de edades ni condiciones.
Aunque cada vez se advierte mayor compromiso de la sociedad con el cuidado del entorno, este proceso es lento y heterogéneo. Son muchas las urgencias que distraen la atención y obligan a reformular a cada paso las prioridades de los colectivos, y de los individuos.
Alcanzar una sociedad sostenible es una meta muy ambiciosa pero necesaria. Por lo tanto, todo lo que se haga en esa dirección importa y vale la pena apoyarlo.
Los desafíos crecen pero también aumenta el conocimiento científico y la tecnología disponible. Todo está ocurriendo a una velocidad inusual, por momentos vertiginosa, que obliga a tener la mente muy abierta y la disposición a la acción en constante alerta.
En tal contexto queda claro que se necesita la más amplia participación posible de las personas para con- tribuir con la materialización del cambio.
Aunque los aportes y contribuciones puedan ser muy dispares en cuanto a sus efectos e improntas, lo relevante es que la suma de ellos se perciba como una ola expansiva transformadora, capaz de contagiar y de posicionar exitosamente el modelo de sostenibilidad que a esta altura se destaca como el único posible para garantizar un buen mañana a las próximas generaciones.
Queda claro que los reconocimientos (premios y menciones) otorgados por el Poder Ejecutivo pretenden tener un efecto público estimulador del compromiso de organizaciones de nuestro país, caracterizadas por poseer un amplio rango de intereses diferentes.
Pero, al mismo tiempo aspira a que al tomar estado público tales reconocimientos sirvan de ejemplo a imitar y estimulen a otras a asumir similares desafíos.