"Prendido con alfileres"

Compartir esta noticia

Los calefones se desintegraban, mujeres y hombres jóvenes caminaban por la calle mostrando sus descoloridas calvas y la piel agrietada, las cañerías se reblandecían y las emergencias médicas desbordaban con pacientes que sufrían de muy alta presión por haber tomado de aquella agua salada.

Confieso que eso, que parece sacado de una película de terror, no me pasó ni les pasó a familiares, amigos y allegados. Pero en la calle se decía que así sucedía en los meses en que, a causa de la sequía, Paso Severino se quedó sin agua y hubo que buscarla en la desembocadura del río Santa Lucia, que mezclada con la del Río de la Plata, tenía un retrogusto salado.

Esto sucedió en el segundo semestre del año pasado, no hace tanto. Sin embargo, el país parece haber olvidado aquellos momentos de ansiedad y aprehensión, como si la devastadora sequía nunca hubiera ocurrido.

Pero sucedió. Por eso es poco responsable que el presidente electo, y quién será su vicepresidenta, descarten con frivolidad la luz verde ambiental otorgada para comenzar las obras para la planta de agua potable en Arazatí. ¡Qué bueno hubiera sido tenerla en aquella crisis!

Este proyecto fue anunciado ni bien Luis Lacalle Pou asumió la Presidencia, pero su concreción se demoró por la pandemia, que tantas iniciativas postergó.

Yamandú Orsi afirma que el proyecto “le genera reparos” y Carolina Cosse dice que “no es prioridad”. Sostener esto tras lo ocurrido en 2023, parece frívolo por decir lo menos.

El Ministerio de Ambiente dio en estos días la autorización ambiental para la construcción de la planta, que abastecería al área metropolitana (unos dos millones de habitantes) con agua proveniente de una fuente inagotable, como es el Rio de la Plata. El presidente Lacalle Pou anunció su intención de seguir adelante con el proyecto, convencido de que es imprescindible.

Como esto ocurre entre el final de su Gobierno y con el próximo ya elegido, las reacciones de Orsi y Cosse no se hicieron esperar. Insisten en hacer una represa en el arroyo.

Casupá, que vuelca sus aguas al Santa Lucía, o sea, que está en la misma cuenca. Una represa allí aumentaría el reservorio solo por un tiempo. En 2023 el drama se hubiera postergado un par de semanas, pero no evitado.

Lo curioso es que el proyecto Casupá, al que con tanto ahínco se aferran los frentistas, fue propuesto en tiempos de Mujica y ahí quedó. Nadie lo llevó a cabo.

Conocido por escribir sobre temas ambientales, Hernán Sorhuet sostuvo, en su reciente columna en El País, que “todo el suministro de agua para el área metropolitana depende exclusivamente de una sola fuente (el rio Santa Lucía), de un solo reservorio de agua bruta (Paso Severino) y de una sola planta potabilizadora (Aguas Corrientes)”. Advierte que en caso de que “cualquiera de estos tres pilares colapse: ¡adiós, suministro!”. Se trata, concluye, de un servicio “prendido con alfileres”. Los problemas pueden ocurrir por sequías y también por inundaciones y en el pasado, algunas han hecho serios daños a las instalaciones de OSE.

Arazatí pretende una solución definitiva y exige una inversión grande, sí, pero no lo es tanto si se consideran sus beneficios posteriores. Es una apuesta a eliminar de una buena vez ciertas fragilidades en un servicio esencial. Es de sentido común: se necesita una planta que potabilice agua desde una fuente alternativa, no la misma.

La argumentación frentista es casi infantil. Dicen que en su programa está previsto hacer Casupá. Pero si Arazatí es mejor y está pensado para el largo plazo, ¿porque no asumirlo? No sería la primera vez (y ojalá no sea la última) que proyectos de trascendencia iniciados por un gobierno, se continuaron en otro.

Algunos logros necesarios y exitosos en estas últimas décadas fueron posibles porque no se cortó la continuidad. La ley de Regulación del Marco Energético, aprobada en 1997 durante la segunda presidencia de Sanguinetti (y cuestionada sin éxito por un referéndum), fue la herramienta usada por Tabaré Vázquez en su profunda transformación para contar con energía suficiente y sustentable. A su vez, si bien siendo candidato Vázquez se opuso a la construcción de la planta de celulosa en Fray Bentos, una vez presidente, la defendió con uñas y dientes, ante el asedio de los Kirchner. El primer gobierno frentista inauguró el nuevo aeropuerto de Carrasco iniciado en tiempos de Jorge Batlle. Los blancos plantearon reparos a la construcción comenzada durante la gestión frentista de una tercera planta de celulosa y a la renovación ferroviaria para sacar su producción, pero tras alguna negociación para eliminar cosas que no les gustaban, la planta se puso en marcha y el ferrocarril se inauguró durante este gobierno.

Oponerse solo porque viene del gobierno anterior no ha sido lo habitual al tratase de proyectos que traen transformaciones profundas. Y este lo hará.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar