Sólo una vez Rusia tuvo vicepresidente. En 1991, Boris Yeltsin encabezó la fórmula con Alexandr Rutskoi como candidato a vicepresidente. Pero la armonía en el poder duró sólo un año. Los choques entre el jefe del Kremlin y el titular de la Duma desembocaron en la crisis de 1993, que terminó con un bombardeo sobre el edificio legislativo y el encarcelamiento de Rutskoi. Después ya no hubo vicepresidentes. Esa institución funciona en democracias maduras y en Rusia la democracia es una máscara del despotismo.
Las constantes crisis entre presidentes y vicepresidentes muestran la debilidad de varias democracias sudamericanas. Por estos días, Ecuador y Argentina exhiben impúdicamente la estafa política que implica mentir entendimientos y armonías entre quienes encabezaron las fórmulas vencedoras.
Daniel Noboa cometió dos estropicios institucionales. Uno fue asaltar la embajada de México para capturar al correísta Jorge Glas. El otro es impedirle a la vicepresidenta Verónica Abad ejercer su cargo.
Los ecuatorianos ya habían sido estafados por la fórmula que llegó al gobierno con Lenin Moreno y Jorge Glas simulando un entendimiento que no existía. La relación institucional estalló a mitad del mandato.
Se supone que el vínculo entre Noboa y Abad se condecía con las imágenes que difundían en la campaña electoral. Pero la simulación no llegó a cumplir dos meses. El presidente envió a su vicepresidenta a la embajada en Israel. Ahora le impide entrar a la oficina de la Vicepresidencia y la envía como consejera a la embajada en Turquía. Quizá Noboa tenga razones serias para ese mal trato, pero debería explicarlo a la sociedad que votó la fórmula.
También la fórmula Milei-Villarruel fue una estafa política que se evidenció el mismo día de la asunción del presidente y la vicepresidenta de Argentina. Después de la estafa anterior que fue la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner, antecedida por la estafa electoral cuyo slogan fue “Cristina, Cobos y vos”, y habiendo sido también una estafa al votante la fórmula Néstor Kirchner-Daniel Scioli, a su vez antecedida por la mentirosa armonía que irradiaba la fórmula De la Rúa-Chacho Álvarez, se suponía que Javier Milei y Victoria Villarruel dejarían en el pasado el vicio de mentirle al electorado fórmulas que prometen sanaciones políticas pero estallan como el trinitrotolueno. Sin embargo, Milei dejó a la vista impúdicamente y de inmediato que la estafa típica de “la casta” continúa con su gobierno ultraconservador.
La actual presidenta de Perú, Dina Boluarte, era la vicepresidenta de Pedro Castillo, y lo reemplazó en el cargo tras sumarse a la embestida opositora para derrocarlo.
En Chile, la vicepresidencia sólo existió entre 1826 y 1833. Si un presidente renuncia, es destituido o muere, lo sustituye el ministro del Interior y Seguridad. Casi el mismo período de vida efímera tuvo la vicepresidencia en México, donde fue creada por la Constitución de 1824 y abolida por las Siete Leyes Constitucionales de 1836, aunque la relativa armonía interna de los gobiernos que inició el PRI en su largo reinado del siglo 20, se mantuvo en los gobiernos posteriores.
En Paraguay, la mentira de la fórmula electoral del Partido Colorado en los comicios de 1998 desembocó en el magnicidio del vicepresidente anti-oviedista Luis Argaña y la posterior caída del presidente oviedista Raúl Cubas. Sin muertes pero con desenlace truculento acabó posteriormente la estafa electoral que constituyó la fórmula Fernando Lugo-Federico Franco.
En Brasil, la regla es la armonía entre presidente y vice. La excepción fue Michel Temer echando leña al fuego del impeachment contra Dilma Rousseff para reemplazarla en el despacho principal del Palacio Planalto.
Canadá tiene sistema parlamentario pero la crisis interna que está viviendo el gobierno del Partido Liberal y podría desembocar en la caída de Justin Trudeau, es más excepcional que normal. También en Estados Unidos la madurez de la democracia se ve en la regla de buena relación entre presidente y vice, aunque Trump fue la excepción al atacar a Mike Pence cuando obstruyó su intento de destruir la elección del 2020.
No es el caso de varias democracias sudamericanas, donde la regla de la crisis entre las dos cabezas institucionales de la república hoy tiene ejemplos patéticos en Ecuador y Argentina, con Noboa “desterrando” a Abad, y Milei humillando a Villarruel.