Que no se frene

Compartir esta noticia

El sector forestal se ha convertido en el principal motor de exportación del país, una posición que podría mantener por muchos años más. Sostenible tanto social como ambientalmente, este sector tiene un amplio margen para expandirse, impulsado por una creciente demanda global y el interés de inversores extranjeros de primer nivel. Sin embargo, su desarrollo enfrenta un desafío recurrente: los intentos de obstáculos regulatorios que, aunque sean bien intencionados, tienden a frenar su potencial.

Es importante que los uruguayos comprendan la contribución que hace al país este sector, porque con más información y menos mitos, se podría valorar de manera justa su importancia.

El ascenso forestal es un ejemplo de cómo políticas de Estado consistentes pueden transformar la economía. Gracias a la continuidad en las políticas, se ha logrado atraer inversiones de clase mundial. A principios de los años 90, las exportaciones forestales eran apenas 0,2% del PBI, cifras similares a las de Argentina y muy menores que las de Suecia. Hoy, las exportaciones del sector superan el 3% del PBI, superando incluso a Suecia, mientras que en Argentina la situación sigue casi igual. Y es posible que este crecimiento se prolongue hacia el futuro.

La pulpa de celulosa (insumo para producir papel, cartón, telas, filtros, bioplásticos, etc.) representa 80% de las exportaciones forestales de Uruguay y la madera sólida el 19%. Además, el sector contribuye a la producción de energía eléctrica a partir de la quema de residuos, con capacidad para abastecer el consumo promedio de cerca de 1,5 millones de hogares.

El sector forestal también se destaca por su capacidad para generar empleos compatibles con la creciente automatización; las empresas no solo capacitan a sus empleados, sino que también existen oportunidades de formación continua en varias instituciones del país. Otro aspecto fundamental es el papel de la forestación en la compensación de emisiones de carbono, un mercado en expansión global. Se estima que se podrían generar más de 30 millones de dólares en créditos de carbono, lo que subraya la importancia del sector en la lucha contra el cambio climático.

Uruguay cuenta con más de 1,1 millones de hectáreas forestadas, y 75% de estas están en suelos de prioridad forestal con bajos niveles de fertilidad. La evidencia científica respalda que, con prácticas adecuadas, la forestación no impide la reutilización del suelo ni afecta negativamente el ciclo del agua. Además, se ha demostrado que la biodiversidad no ha disminuido.

La forestación coexiste con la ganadería, mejorando la rentabilidad de los productores: con unas 200 mil cabezas de ganado pastoreando en terrenos forestados.

En la delicada frontera entre la conservación y el desarrollo, la Comisión de Ganadería de la Cámara de Representantes debate un proyecto de ley impulsado por la Asociación de Ganaderos del Pastizal. Esta asociación, que agrupa a 220 productores, busca promover la producción en campo natural, argumentando que este tipo de terreno tiene un potencial que aún no ha sido plenamente explotado debido a la falta de competitividad frente a otras alternativas más rentables. La propuesta plantea declarar de “interés general” la defensa, preservación y mejoramiento del campo natural, ofreciendo incentivos tributarios para fomentar su conservación.

El campo natural cumple funciones valiosas: permite la cría de ganado a bajo costo, apoya la biodiversidad, conserva recursos genéticos vegetales y mantiene vivas algunas de las tradiciones más arraigadas del país; pero, una declaración de “interés general”, según lo estipulado por la Constitución, impone restricciones significativas sobre los derechos a la libertad, el trabajo y la propiedad, lo que siempre es muy delicado.

La regulación propuesta podría afectar la trayectoria de desarrollo sostenible del sector forestal. Y no es la primera vez que se plantea una regulación que podría limitar infundadamente su avance. En 2021, el Parlamento aprobó una ley que restringía las plantaciones a suelos que no fueran de prioridad forestal, pero fue vetada por el Poder Ejecutivo por estas mismas preocupaciones.

Desde 1985, Uruguay ha desarrollado 2,5 millones de hectáreas que eran campos naturales, muchas de las cuales se han transformado en plantaciones forestales. Si estas restricciones hubieran estado vigentes, el desarrollo forestal no habría sido posible.

Es importante cuidar los campos naturales, pero ello no debe hacerse a expensas del desarrollo. Por algo, a nivel global, solo 10% de los planes climáticos mencionan el campo natural, mientras que 70% se enfocan en los bosques nativos. Las regulaciones mal diseñadas tienen efectos secundarios negativos que superan sus beneficios.

Liderado por empresas de prestigio internacional que cumplen con los más altos estándares de calidad, el sector forestal uruguayo tiene un futuro prometedor. En un momento en que Uruguay necesita impulsar su crecimiento económico, sería un grave error frenar la expansión de un sector que tiene tanto potencial y que tantos beneficios le ofrece al país.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar