Es momento de respeto por el resultado, aprecio por la democracia, y unidad entre los blancos. Porque Yamandú Orsi, también ahora es nuestro presidente. Y debemos honrar lo que somos: Defensores de las Leyes. ¿Qué identidad tendríamos si hiciéramos lo contrario? A veces tocan maduras, y otras verdes. Es la vida. Y claro que una mente materialista a veces tiende a las simplificaciones, pero los blancos debemos evitarlas.
Zafar de los manejos intencionales, vacíos, y coyunturales. Que exteriorizan la propia liviandad que hoy demuestran algunos actores políticos.
Muchos hablan, pero son pocos los que leyeron a nuestros mayores, como a Herrera, porque si lo hubieran leído algo les habría entrado.
Los blancos, gente educada en una ética para valientes y con honor que no se rinde en la adversidad.
En el alzamiento de Saravia hubo eso: honor y gloria.
Y eso nos amalgama y nos une.
La solidez monolítica del Partido Nacional es un activo muy caro.
Hay Herreristas y Wilsonistas y algunas otras vertientes, pero antes que eso, todos somos blancos. Es lo que nos mantiene a lo largo del tiempo. Es lo que como bien dice mi amigo Santiago Gutiérrez hace que nuestro partido sea viejo y joven a la vez.
El Partido Nacional es una institución a la que hay que comprender en perspectiva histórica, nunca coyuntural. Porque esto no termina hoy, ni mañana. Incluso cuando nos toca un traspié. Y a eso es a lo que temen nuestros adversarios. Nuestra virtud está atada a nuestra esencia: un partido que sirve a la dignidad del hombre en forma trascendente, y evoluciona con sus necesidades.
Quienes viven atados al dogma, por más agendas que adopten, se alejan de la antropología. Y quien lo hace, como ya nos mostró la historia, implota. La simplificación extrema del encasillamiento “izquierda-derecha” es a la vez una avivada y una burrada. No voy a ponerme a contar el origen histórico de la dicotomía izquierda-derecha, simplemente diré que no existe.
Y que sostener dicha bipolaridad es parte del discurso de las fuerzas políticas que entienden que por autodefinirse de izquierdas son más afines a lo políticamente correcto, o aceptado, en este mundo de blandura, relativismo, flojera, y cancelación a la que se somete a todo aquel que no sigue a la majada.
Como he escrito decenas de veces, al analizar el pensamiento político global se constata la existencia de dos corrientes históricas: la liberal (donde se respeta la autonomía del individuo, donde todos somos iguales ante la ley, donde se limita al gobierno y al Estado), y la voluntarista (donde lo colectivo prevalece sobre el individuo, donde la política está por sobre el derecho, donde gobierno y Estado avanzan sobre el individuo).
Está claro el parteaguas.
De un lado quienes entendemos que la democracia liberal es la mejor forma de gobierno, y del otro los que aceptan otras recetas.
Por eso no es lo mismo ser blanco que otra cosa. Me parece bárbaro analizar la derrota, pero nunca al grito y menos si el precio es la unidad.
Entre los de la misma casa no nos pasamos cuentas.
Cada uno hizo lo mejor que pudo.
Ahora a pensar en el mañana.