Desde el advenimiento de la democracia hace 40 años, por motivos internos y también como consecuencia de la globalización, en nuestro país se ha dado una paulatina y radical evolución del concepto de “Estado laico”, tal como se lo concebía a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo pasado. Con el paso de los años, y muy especialmente en este siglo XXI, se hace más evidente la revolución que se está produciendo en Uruguay en el ámbito de los valores esenciales de nuestra sociedad. Al filósofo francés André Malraux (1901-1976), que vivió las dos guerras mundiales del siglo pasado, se le atribuye la frase: “El siglo XXI será religioso o no será”. Y la sociedad uruguaya, quizás sin saberlo, pero en consonancia con esa premonición, entendió que la laicidad en nuestro caso, dejó de ser “neutralidad”, para ser “pluralismo”.
Esta concepción, que entendía la laicidad del Estado como sinónimo de neutralidad en materia religiosa, -relegando a la vida privada de las personas lo que tuviera que ver con sus creencias-, fue perdiendo fuerza en las últimas décadas en nuestro país. Se ha señalado como hito del cambio, la visita del papa san Juan Pablo II al Uruguay del 31 de marzo al 1º de abril de 1987, y la polémica que suscitó, en el Parlamento nacional, la permanencia de la cruz que presidió el altar donde él celebró la multitudinaria misa campal, en el cruce de Bulevar Artigas y Avenida Italia, dos importantes avenidas céntricas de la ciudad.
Es interesante señalar que todos los presidentes, de los todos partidos políticos que ganaron las elecciones desde la restauración democrática -Partido Colorado, Partido Blanco y Frente Amplio -, entendieron de una u otra forma, y así lo manifestaron públicamente en el ejercicio de su cargo, que la libertad religiosa, debe considerarse en su sentido amplio y pleno. Es decir, considerar el laicismo o la laicidad, como “pluralismo”, con todo lo que ello supone y lleva consigo.
En consonancia con sus predecesores, el actual presidente de la República, Yamandú Orsi, siendo agnóstico, confirmó su asistencia a la ceremonia que tuvo lugar en la Catedral Metropolitana de Montevideo, para realizar una oración interreligiosa por el nuevo gobierno, donde participaron representantes de la Iglesia Católica, la Comunidad Judía y otras Iglesias Cristianas.
Con la aprobación de la Ley General de Educación (Ley Nº 18457) promulgada y publicada el 16 de enero de 2009, el principio de laicidad como “pluralismo” -no ya como neutralidad- quedó incorporado a nuestro sistema jurídico. Al final del artículo 17 (De la Laicidad) de la ley, dice: “Se garantizará la pluralidad de opiniones y la confrontación racional y democrática de saberes y creencias”. Es decir que, si un profesor no garantiza la pluralidad de opciones a sus alumnos y su enseñanza se basa en solo una ideología, cualquiera que sea esta, que en aras de una supuesta neutralidad vulnere “la pluralidad de opiniones y la confrontación racional y democrática de saberes y creencias”, está violando flagrantemente el concepto de laicidad consagrado con prístina claridad en nuestro ordenamiento jurídico.
En el gobierno del presidente José Mujica (2010-2015), en línea con esta concepción amplia de laicismo, se promulgó el “Protocolo de Vida y Atención Religiosa en las Cárceles”, una manifestación más del laicismo como expresión de pluralismo en nuestro país. Forman parte de dicho Protocolo, las siguientes religiones (por orden alfabético): Afroumbandismo - Atabaque, Ba’hay, Brama Kumaris, CREU (Consejo de Representatividad Ecuménica del Uruguay), FIEU (Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay), Iglesia Anglicana del Uruguay, Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Mormones), Iglesia Evangélica Luterana Unida, Iglesia Valdense, Nueva Congregación Israelita, y Testigos de Jehová.
Cuando a raíz de la vigencia del Protocolo se puso en marcha la atención religiosa en las cárceles, el entonces comisionado parlamentario, Álvaro Garcé, dijo que “la actividad religiosa es un factor de rehabilitación muy importante”. Aseguró que “entre quienes practican la religión, se observa una mejora en su conducta respecto a lo que esperan una vez que obtengan la libertad”.
Recientemente, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República (Udelar), cumplió con la sentencia judicial que la obligó tomar un examen especial otro día que no fuera sábado, por motivos religiosos. Dicha sentencia de la jueza letrada de primera instancia en lo Contencioso Administrativo Virginia Ginares, del 31 de enero de 2025, fue apelada por la Udelar. Y el pasado 24 de febrero, el Tribunal de Apelaciones de 3er Turno dictó sentencia confirmando la sentencia de la jueza de 1ra Instancia y dando por concluido el asunto. Como es lógico, dicho fallo reavivó el debate sobre la laicidad. En una sociedad que goza de buena salud democrática hubo opiniones de todo tipo como era de esperar.
Lo cierto es que la revolución de valores esenciales que está teniendo el Uruguay -aunque, como es lógico lleve su tiempo- nos hace pensar que la premonición de André Malraux, de que “el siglo XXI será espiritual o no será”, hace al alma de la sociedad uruguaya de la época en la que vivimos.