El próximo 2 de marzo, el presidente de la República Luis Lacalle Pou concurrirá al Parlamento para hacer balance de su gestión y marcar las prioridades para el próximo año. En algo que se transformó en una sana costumbre, el gobierno, un año más, rendirá cuentas de lo actuado frente a la ciudadanía.
Tal cual fue anunciado por el equipo económico en estos últimos días, uno de los anuncios destacados del presidente será el de una baja de impuestos. Rompiendo con una inercia histórica en el país, caracterizada por una suba progresiva de lo que pagan los ciudadanos, este gobierno está dando una señal contundente.
El alcance y los números de la renuncia fiscal del Estado, y por lo tanto del dinero extra que tendrán los ciudadanos beneficiarios de la baja en sus bolsillos, se conocerá finalmente con el discurso del presidente y amparado en la solidez técnica y política del equipo económico. Un equipo que ha demostrado un rumbo claro, incluso en las turbulencias más drásticas que ha vivido nuestro país en su historia, en el marco del manejo de una pandemia global.
Una pregunta que nos podemos hacer frente a una rebaja impositiva, es si la misma tendrá consecuencias en el gasto público social, y por ende en el impacto de la política pública hacia los más vulnerables. La realidad de las acciones y los anuncios del gobierno dan una contundente respuesta: NO. La rebaja de impuestos se da en un contexto de mayor inversión social y como consecuencia de un manejo responsable de las arcas públicas, este gobierno está demostrando que es posible gastar mejor.
Para validar esto, sobran datos. Desde el aumento en transferencias sociales para la población vulnerable con el objetivo de focalizar más y mejor las respuestas que el Estado brinda a los que más necesitan, a la priorización presupuestal en grupos postergados como la primera infancia; entre otros.
Recientemente, el Ministerio de Desarrollo Social publicó su informe de Gasto Público Social (GPS), que refleja que entre el año 2019 y el 2021 el GPS aumentó en términos relativos al Gasto Público Total (GPT) y en términos relativos al PBI. El GPS alcanza en el 2021 un crecimiento del 1% respecto al 2020 y 3% respecto al 2019. En un contexto de reducción del GPT, el informe del MIDES consigna que en el año 2021 el 81,2% de los gastos del gobierno central consolidado se destinaron a las áreas sociales.
En contra del relato insistente de la izquierda, los datos y la realidad son contundentes. Y por si fuera poco, frente a los anuncios del gobierno de una rebaja impositiva, la oposición es crítica (¡qué sorpresa!).
Casi siempre, la economía nos queda lejos a los que no entendemos a fondo los números, y esto es algo que aprovechan con picardía los actores políticos. Cuando se exoneran impuestos, esto tiene un efecto directo en la vida de las personas. La propuesta del gobierno tendrá impacto en la clase media trabajadora y jubilada, que verá menos presionadas sus finanzas familiares y podrá elegir cómo y en qué gastará este ingreso disponible.
Bajar impuestos es una gran noticia, nos hace más libres como sociedad. La decisión del gobierno implica que la gente pueda elegir individualmente en qué gastar su dinero y eso naturalmente es un factor dinamizador de la economía y una excelente noticia.