Seductores o presidenciales

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A partir de esta semana, ahora que las listas están definidas, la campaña electoral se parecerá más a como habitualmente han sido. Hasta ahora, todo tuvo un ritmo raro. Se ha visto poco a los candidatos, tal vez porque dedican buena parte de esta etapa a recorrer el interior y entonces es en cada localidad visitada donde tienen impacto, pero no en el resto del país.

Asimismo, la confección de listas fue entreverada en todos los partidos. Esas listas son largas, pero solo unos pocos llegan a la banca, con lo cual las negociaciones y los pases son arduos y a veces irritantes. Esa fase es la que terminó el viernes pasado y permitirá que ahora sí, la campaña tome algo de calor.

Dos hechos se destacaron esta semana. Uno fue la confirmación de Gabriel Oddone como ministro de Economía, en caso de ganar Yamandú Orsi. El anuncio generó una fuerte reacción de desagrado por parte del sector más radicalizado del Frente Amplio. El otro hecho fue la advertencia de Mariana Pomiés (como experta en encuestas) a los políticos coalicionistas en que les dice que para evitar el triunfo del Sí en el plebiscito promovido por la central sindical, urge convencer no a los votantes ajenos, sino a los propios.

Esto es gravísimo. Corrobora lo que tantos han estado alertando. Queda mucho trabajo de difusión y persuasión por hacer y es necesario empezar por hacerlo dentro de la propia casa. Sostener en el circuito íntimo que la propuesta de Marcelo Abdala es un desastre pero no salir a pelearla, termina siendo una forma de complicidad. No se puede ser omiso ante un peligro tan tremendo.

No es ésta una campaña que exhibe figuras que se destaquen como lo hizo la de 2019 con Lacalle Pou. Orsi merece una reflexión aparte. Es difícil entender de qué habla y las raras veces que se le comprende algo, cosa poco frecuente, trasmite la impresión que votarlo a él es hacerlo por la continuación del actual gobierno. Lo cual resulta absurdo porque el Frente se pasó estos cinco años tirando piedras todos los días contra el gobierno. ¿Cómo es que ahora quiere ganar pareciéndose a quien tanto denostó? Esa prédica puede terminar en un tiro en contra. Si tanto se van a parecer, ¿no será mejor quedarse con la marca auténtica y no ir por la imitación?

La coalición no cuenta con candidatos que seduzcan y “enamoren”, pero sí tiene buenos presidenciales. Sus figuras no trasmiten especial entusiasmo durante la campaña, pero sin duda gobernarían bien si ganan.

Uno es Mieres y su Partido Independiente. En el totalmente improbable caso de que sea el quien vaya a la segunda vuelta, está en condiciones de ponerse al frente y mostrar un buen equipo, pronto para hacerse cargo, ayudado además por el resto de la Coalición. Mieres demostró tener condiciones para gobernar. Pero por el perfil de su partido, su historia y trayectoria, imaginar que eso suceda es casi imposible. Sería bueno que al menos aumente su representación parlamentaria. Se lo merece y será saludable para la Coalición. Es que tanto Mieres como su partido, preparados están.

Álvaro Delgado cogobernó en este período desde su función como Secretario de la Presidencia. Experiencia le sobra, aunque le falte encanto. Si es elegido sabrá cómo actuar. Quizás de todos los candidatos en carrera sea el que está mejor preparado para ser presidente.

Quien sacudió la campaña y demostró ser un comunicador que encanta a la gente es Andrés Ojeda. Ofrece un lenguaje nuevo, seductor para las generaciones jóvenes, pese a que está siendo apoyado por un partido que, en lo esencial, es el mismo de siempre. Algunos le ponen reparos debido a su juventud, pero es un tema que bien manejado debería potenciarlo. No en vano, a comienzos del siglo pasado, Baltasar Brum asumió como presidente a los 35 años.

Ante este panorama de figuras poco atractivas, pero claramente presidenciales, es difícil visualizar lo que está pasando en el Frente. Es una fuerza política profundamente dividida y el anuncio de la designación de Oddone como eventual ministro de Economía no necesariamente mejoró las cosas. Da alguna certeza, sí, pero no absoluta. Una parte del Frente está desconforme y lo ha hecho saber de manera tajante. Basta ver las declaraciones de Constanza Moreira que reaparece luego de un largo ostracismo y pretende ubicarse como vocera de esa otra corriente.

En caso de ganar el Frente, ¿podrá Oddone mantenerse firme en sus decisiones o terminará cediendo ante la presión del otro grupo? En esa división tan evidente, si Orsi es presidente no está claro que ejercerá un liderazgo fuerte dispuesto a jugarse ante las presiones internas. Esa dificultad para entender sus discursos podría explicarse en que en realidad no quiere decir nada y así evitar choques con unos y otros. De mantener esa tesitura, sería un presidente débil. No es un candidato seductor, pero además, a diferencia de sus adversarios, tampoco se presenta con firme temple presidencial.

Así estamos, a un mes de las elecciones.

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