En esta larguísima transición empezamos a ver algunas pinceladas de por dónde va a ir el nuevo gobierno. Hasta el momento lo que destacan son las continuidades.
En economía quizá sea donde menos llama la atención, dada la designación de Gabriel Oddone. El Frente Amplio nombra a un Ministro que representa mucho más una continuidad que un cambio.
Oddone ya anunció que la regla fiscal contra la que el FA juntó firmas e hizo un referéndum (y que Bergara, Olesker y Vallcorba tanto criticaron) será mejorada pero mantenida en su esencia porque “es una herramienta que constituyó una mejora respecto a la regla fiscal que preexistía”.
Oddone también se anotó un poroto con la designación en el Banco Central de un gran profesional, como Guillermo Tolosa, que no volverá a la lógica de los platitos chinos. Tolosa seguirá el costoso camino de profesionalizar el “inflation targeting”, el único posible para dejarles a las futuras generaciones una inflación del 2% o 3%. Todas las críticas a la política monetaria de Diego Labat van a quedar como un lejano recuerdo.
En seguridad las cosas no son muy distintas. En el Ministerio del Interior, en principio, no habrá ninguno de los grandes críticos de la gestión actual. El Presidente electo no eligió a Charles Carrera o a Gustavo Leal para ningún lugar relevante. No solo eso, la retórica de campaña decía que “el gobierno no tiene una estrategia de seguridad y van a los tumbos”, suena casi ridícula dada la decisión de mantener nada menos que al Director Nacional de la Policía Azambuya y a Sanjurjo, uno de los principales asesores en seguridad del Ministerio. Las declaracions del exfiscal Negro también han sido extramadamente cautelosas y enfatizando varias coincidencias con la actual administración.
Distinto es la situación en cuanto a nombres, pero no en cuanto a reformas en la educación. Nadie relevante de la actual gestión quedará, pero el único cambio que tienen claro Mahía y Caggiani es que vuelven los representantes sindicales a todos los subsistemas de la educación. Después de eso hablan de no refundar y reconocen logros de la reforma a la que hay “que hacerles ajustes”. Con lo difícil y costoso que es reformar la educación, cuesta mucho imaginar que jerarcas con esta impronta vayan a cambiar la sustancia de algo en el sistema.
Podríamos seguir con la reforma de la seguridad social, la flexibilización de la vivienda promovida y tantas otras cosas criticadas. Apostaría a que nada sustancial cambiará en estos temas. La frase de cabecera pasó de ser “el gobierno fracasó” a “acá no hay que refundar”.
Claro que puede haber cambios, algunos complicados, como pueden ocurrir con Juan Castillo en Trabajo. Pero la característica y defecto principal de este gobierno será las pocas ganas de hacer reformas sustanciales. Hay dos razones para esto, primero no hay ideas claras en casi ningún tema. Salvo Oddone (que piensa muy distinto a lo que escribió el FA en su programa) nadie tiene realmente claro para dónde hay que ir. Segundo, las reformas verdaderas siempre dejan costos a pagar.
Creo que nuestro futuro presidente es más de irla llevando y conversar que de comprarse conflictos que puede patear para adelante.