Hace ya muchos años, cuando el autor de estas líneas era joven y optimista, había un juego de mesa llamado “TEG, Táctica y Estrategia”. Allí los jugadores intentaban una especie de control planetario en base a movimientos tácticos muy sutiles. A una semana de la elección, ambos comandos se encuentran abocados a una lucha estratégica para dominar la agenda informativa, seducir a votantes ajenos, y “venderse” como quien mejor puede gobernar.
Ahora bien, ¿cuál es el punto de partida concreto que dejaron las urnas el pasado domingo?
Primero los números. El FA según los últimos datos de la Corte Electoral, sacó 1.054.000 votos. El Partido Nacional 650 mil, y el Colorado casi 390 mil. Si sumamos a los partidos de la Coalición, llegan a 1.150,000 votos, más o menos. Este dato, que enoja a los frentistas cuando se suma, es relevante. Porque esos 100 mil votos de ventaja de la coalición representan casi exacto los 4 puntos que, según los “expertos”, precisaba el oficialismo como “colchón”, para asegurarse una victoria, ante las “fugas”.
Fugas que, para ser sinceros, no parece que vaya a haber muchas. Ojeda se pasó toda la campaña diciendo que venía a derrotar al FA, y Bordaberry ni hablemos. ¿Qué votante colorado se iría hoy con Orsi? Y si hablamos de Cabildo, lo que queda de Cabildo, parece ser el voto más conservador y tradicionalista. ¿Migraría hacia el FA?
El segundo dato relevante es que el FA logró mayoría propia en el Senado. Y apela a eso como dato clave para demostrar que es el único que podría gobernar. Pero esto tiene una contracara, y es que la gente que no votó al FA puede ver que ese partido, con mayoría propia en el Senado, puede imponer las políticas que lo llevaron a votarle en contra en octubre. Sin mencionar el detallecito del tono de chantaje que algunos dirigentes del FA han usado, amenazando con “bloquear todo”.
Acá hay que hacer una breve pausa. Parece insólito que politólogos y gente que posa de entendida, repita eso de que la mayoría del FA en el Senado bloquería a un gobierno de la Coalición. Por un lado, porque el sistema constitucional anticipa esta eventualidad, y contiene instrumentos para resolver ese trancazo. Por otro, porque parece tonto creer que si el FA pierde una segunda elección consecutiva, y encima tiene la amenaza del regreso de Lacalle Pou en el horizonte, vaya a redoblar con el tipo de oposición sangrienta que ejerció los últimos 5 años.
Volviendo al razonamiento original, más allá de los datos duros, hay un tema de sensaciones. Y lo que se percibió esta semana fue un ánimo bastante caído en filas de la oposición, probablemente mucho más de lo que los números justificarían, y un optimismo renacido en filas coalicionistas.
Es que la recta final electoral, muy influenciados por esa obsesión encuesteril de nuestro sistema mediático, había casi desahuciado al comando de Delgado. Hay que recordar que todas las encuestas daban al FA en un 46%, o casi, de los votos. Y esas empresas raras que suele citar La Diaria, todavía más. El 43,7 final, en el filo del margen de error, pintó un panorama muy distinto.
Y ese tema anímico se percibe en la táctica de esta semana.
A Delgado se lo ha notado tranquilo, confiado, y hasta inspirador en alguna entrevista. Mientras que el FA parece haber tirado los papeles previos a la basura, ha lanzado a su candidato de apuro a todas las entrevistas que antes no iba, y ha sacado herramientas que tenía escondidas (Fernando Pereira o Preve entre ellas).
En ese mareo hay un hecho que parece central. Y son las declaraciones de Gabriel Oddone y el propio Orsi, diciendo que de ganar irían a una reforma de la seguridad social en línea con lo que quería la papeleta del “Sí”. Al parecer, la idea es seducir a los 33 mil votantes que pusieron esa papeleta sin elegir a ningún candidato. Pero es una opción peligrosa. Por un lado tenemos a Lucía Topolansky, de las más finas estrategas políticas del país, diciendo que el plebiscito embarulló la campaña del FA. Por otro, a los referentes de ese partido, insistiendo con una propuesta que alineó al 62% de los uruguayos, y volviendo a poner como eje de discusión ese tema, que tanto los complicó.
Lo que sí ha mostrado el comando del FA es que sigue teniendo la capacidad de manejar la agenda mediática, a partir de un talento llamativo para persuadir al 99% de los periodistas de sus razonamientos. De la misma forma que durante 4 años los tuvo a todos convencidos que esta elección era un paseo para Orsi, ahora logró que todos le den relevancia al “pase” al FA de un señor que se dice ex secretario político de Wilson. Pese a que nadie vinculado al último caudillo blanco sabe quién es. Ni que tenga ningún voto, más allá del que su alma pronuncia.
En los 20 días que quedan para las elecciones habrá varios hitos que marcarán estas estrategias. El debate, desde ya, las encuestas, que juegan su partido. Pero lo que parece claro es que será un final de infarto, donde el que cometa un error, lo pagará carísimo.