Táctica y estrategia

Compartir esta noticia

Hace años visité Hampton Court en Londres.

Admiré su arquitectura, los enormes jardines que disfrutó Enrique octavo, las obras de arte y los muebles de época. Encontré en exhibición la vajilla de oro de Napoleón Bonaparte.

Cuando las tropas de la Coalición al mando del Duque de Wellington derrotaron a Napoleón en Waterloo este en su huida dejó atrás esos elementos áureos de uso diario.

Hoy se exhiben en Hampton Court.

No fue lo único que el “pequeño corso” perdió ese día.

Entre sus pertenencias se encontró un ejemplar del libro El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. El mismo, de fina encuadernación, contenía un tesoro: las notas a mano que el mismo Napoleón había hecho a lo largo de su vida en el libro del florentino.

El hallazgo fue un suceso.

Bonaparte revelaba en sus comentarios buena parte de su pensamiento político.

Hay una edición de El Príncipe con esos comentarios y los de otra gran política de Europa, Cristina de Suecia. Publicada por la Editorial Claridad incluye además una excelente biografía de Maquiavelo de J.F. Nourisson.

Erróneamente se adjudica a Maquiavelo la frase “el fin justifica los medios”. En realidad es una de las anotaciones de Napoleón.

Maquiavelo no goza de buena prensa. Quizás por diferenciar la ética de la política.

Para los griegos (Aristóteles, Platón) ética y política eran lo mismo. No concebían una sin la otra puesto que ambas estaban orientadas al bien común.

Eso lo profundizó Santo Tomás de Aquino para quien la búsqueda del bien común resulta esencial para el funcionamiento social. De ahí que para él el gobierno tiene la obligación de apuntar siempre hacia el bien común.

Maquiavelo separó el análisis de la ética y la política en la conducta de los gobernantes y el mantenimiento del poder.

Napoleón le agregó sus comentarios.

¡Qué lío armaron!

Este llega hasta hoy y afecta a nuestro Uruguay donde asistimos a un debate enconado sobre la actitud que debe tomar la oposición ante el nuevo gobierno.

En las últimas semanas se debate en medios de prensa, redes y algunos partidos si los integrantes de la Coalición Republicana debemos oponernos en forma cerrada al oficialismo.

¡Es lo que hicieron ellos en el período pasado!, vociferan unos.

¡No sean tibios!, gritan otros.

¡Se están acomodando en cargos!, acusan algunos ante la mera disposición al diálogo.

¡A ellos, ni un vaso de agua!, disparan.

Más cautos algunos señalan la inutilidad del diálogo porque puede comprometer el triunfo electoral dentro de cinco años.

Es todo táctica y estrategia para llegar al poder.

Si se alcanza este, el vencido volverá al llano a hacer lo mismo y así seguiremos mientras los problemas del país siguen sin solucionarse.

Aparecen los que ven además teorías conspirativas, complicidades en designaciones y cargos, y escriben sueltos o dejan entrever que “fuentes del partido tal” lo afirman.

Lo que, además, es fogoneado en las redes sociales para dar la sensación de que toda la opinión pública está de acuerdo con esa posición de belicosidad.

Maquiavelismo puro que nos hace sentir en Florencia, en el medio del Ponte Vecchio mirando a cada orilla del Arno con los Pitti de un lado y los Medici del otro. Y don Nicolás, el secretario, dando consejos a los príncipes sobre cómo conservar o adquirir el poder.

No es el camino.

La política no es solo táctica y estrategia. Debe estar presidida por la búsqueda del bien común como en su Ética Nicomaquea proponía Aristóteles. El poder se disputa en las elecciones. Después que habló el pueblo hay que gobernar para el bien común.

Apoyando lo que está bien y señalando y oponiéndose a lo que está mal.

Oponerse a todo no solo es equivocado. Genera falta de credibilidad.

La estrategia de oponerse solo porque lo propone el otro no es creíble.

Ni ética.

Nadie hace todo mal ni todo bien.

En los años en el Senado fui un duro cuestionador de lo que se hacía mal. Los errores en Pluna de Astori y Mujica, el desastre de Ancap de Sendic, tolerado por Lorenzo, la aventura de Gas Sayago, el desastre de las políticas de seguridad de José Díaz y Bonomi.

También apoyé lo que me pareció estaba bien.

Si hoy el ministro de Economía propone la desindexación salarial con la que estoy de acuerdo ¿no la apoyo?

Si el ministro de Relaciones Exteriores quiere abrir nuevos mercados para nuestra producción ¿no lo apoyo?

Si las nuevas autoridades de la Educación quieren profundizar en la atención a los menores de edad con planes concretos, ¿no lo apoyo?

El verdadero problema es pensar que todo es un cálculo de poder.

Me recuerda el poema Táctica y Estrategia de Mario Benedettí.

En él el poeta enumera sus tácticas para con su amada. Cómo mirarla, cómo ganarse su risa, cómo sorprenderla. Al final revela su verdadera estrategia, la más simple y profunda: “Que un día cualquiera, no sé cómo ni con qué pretexto, por fin me necesites.”

Ese es el camino a seguir. Dejar de lado las tácticas de división, apoyar lo que está bien y oponerse a lo que está mal.

Porque la política no es un mero juego de estrategias sino la búsqueda del bien común.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

Encontraron una botella con un mensaje en una playa de Australia
0 seconds of 55 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
Próximo
A puro baile en el casamiento de Maru Martínez
00:18
00:00
00:55
00:55