Tiempos disruptivos

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Para el Frente Amplio, el desenlace de las internas fue el esperado. Ganó Yamandú Orsi y completó la fórmula con Carolina Cosse. En la Coalición Republicana en cambio, hubo novedades “disruptivas”, como está de moda decir. Si bien esperado y anunciado, el triunfo de Andrés Ojeda en el Partido Colorado fue, dada su juventud, su estilo y su impronta, removedor para ese partido. Y lo fue en un sentido positivo. Los colorados necesitaban romper un molde y cambiar la pisada.

Fue disruptiva la designación de Valeria Ripoll como compañera de fórmula del ganador Álvaro Delgado. Mucha gente entendió enseguida la jugada y le pareció una apuesta audaz e inteligente. Sin embargo, hubo algunos que la cuestionaron.

Fue una decisión interesante, sin duda. El tiempo dirá si fue acertada, pero se trata de una persona nueva en el partido Nacional, que viene de la izquierda, con fuerte militancia sindical (estuvo varios años en la conducción de Adeom), se enfrentó desde su sindicato a las autoridades municipales reivindicando la independencia de su gremio frente a la fuerza política que gobernaba Montevideo.

En los últimos tiempos mucha teleaudiencia la ha visto moverse en el programa “Esta boca es mía” que conduce Victoria Rodríguez, donde despliega su enorme sentido común y una aguda visión crítica hacia la izquierda de donde viene.

Hay quienes dicen que existe todo un archivo que la pondrá incómoda. Sí, por supuesto que tiene un pasado del que salió, como sucede con muchas personas. En una época pensó y dijo cosas en las que ya no cree. Cierta decepción y la constatación de algunas realidades le hicieron ver que no tiene sentido defender lo que antes creía bueno.

Por eso fueron crecientes sus choques con la dirigencia sindical y debió enfrentar el desprecio de sus excompañeros tras dejar el Frente.

Lo irónico es que si alguien se pasa de un partido tradicional al Frente, es porque vio la luz (como ocurrió en su momento con Nin Novoa y luego con Fernando Amado y Juan Raúl Ferreira). Solo cuando es al revés, hay que condenarlo.

De todos modos, Ripoll no parece ser de las que se deje amedrentar.

Parte de la reacción contra la designación, viene de un partido Nacional que en algún sentido es muy endogámico. Siente que debe desconfiar de quien no tenga “ocho apellidos” blancos.

Cada vez que aparece una figura nueva dentro del partido, está obligado a ser hijo o nieto de un prócer nacionalista. Los partidos no crecen así; pierden sensibilidad con su entorno, se encierran en su círculo.

Por eso la decisión fue disruptiva, y pasado el primer impacto, seguramente demuestre que fue buena.

Con el triunfo de Orsi en el Frente Amplio, los votantes eligieron al candidato más llano y empático. Orsi lo es, sin duda, y en eso también expresa estas nuevas formas de hacer política que empezaron a surgir con la elección de 2019.

El problema de Orsi no es su estilo, sino que responde al aparato de un sector muy radical, el MPP, que a su vez responde al MLN Tupamaros. La candidatura de Cosse, por otra parte, se alineó a la otra corriente extremista, el Partido Comunista.

En medio de todo, Fernando Pereira asume un rol difícil de caracterizar. En lugar de hacerse a un lado, habla ante cada micrófono que le ponen por delante. Lo hace más que los propios candidatos.

Al Frente le cuesta entender lo que está ocurriendo en la Coalición. Trata de encuadrar todo en el esquema de izquierda y derecha, un corte anticuado del cual la Coalición parece estar desprendida.

Con el triunfo de Delgado, un sector importante de votantes, está indicando que el gobierno va por buen camino.

El surgimiento de Andrés Ojeda, no solo como candidato sino como un nuevo líder de su partido, responde a los actuales tiempos. Desde su triunfo se lo ha visto dispuesto a hacerse cargo, con un discurso sereno y una gestualidad clara.

Tampoco él se expresa en términos de contraste ideológico. Quiere ser, y quiere que los colorados así lo entiendan, el socio fuerte de la coalición. Sabe que solo con la coalición se podrá seguir con la línea manejada hasta ahora: haciendo cosas y no eludiendo responsabilidades.

El mapa está trazado. Dentro de la Coalición cada uno ocupó su lugar, decidido a pelear la elección de octubre como si fuera la interna coalicionista. Cuantos más votos arrastren, más sumarán para todos.

El Frente apuesta a retornar al gobierno. Pero cuenta con pocos instrumentos. Tiene que lidiar con un plebiscito que puede hacerle un enorme daño.

Más allá de denostar todo lo que ha hecho el gobierno (a tal punto que ya nadie lo toma en serio), no muestra propuestas concretas. Orsi parece empático, pero cuanto más se muestra, más expone sus debilidades y su liviandad.

En definitiva, a la hora de votar la gente opta por criterios que nada tienen que ver con mis sesudos análisis. Por lo tanto, todavía es pronto para pronosticar que pasará en octubre.

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