Coartadas cínicas

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TOMÁS LINN
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Después de un agitado siglo donde hubo regímenes totalitarios, dictaduras militares, violaciones de derechos humanos, sería natural aceptar sin fisuras (y hasta desear) las bondades de una democracia.

Democracia donde la gente elige a sus gobernantes, a sus representantes agrupados en forma proporcional según las grandes corrientes políticas, para debatir y aprobar leyes y donde los individuos encuentran un refugio en las garantías dadas por un Poder Judicial independiente.

Democracia donde hay libertad y espacios de autonomía e igualdad para que cada persona tome sus decisiones, se sienta estimulado a vivir mejor y se exprese sin temor.

Estas cosas faltan, en el mejor de los casos, en las democracias imperfectas que tanto abundan en el continente. En el peor de los casos, en las dictaduras lisas y llanas.

No debería dar trabajo diferenciar unas de otras, menos aún condenarlas. Sin embargo…

El dictador cubano Miguel Díaz-Canel respondió con arrogancia a las protestas de la semana pasada, no solo desplegando las fuerzas policiales sino pidiendo a los civiles que salieran por las suyas a reprimirlas. En un régimen donde la delación entre vecinos es una virtud, la orden tenía su lógica.

Como en el resto del mundo, también en Uruguay hubo condenas al despotismo cubano, pero no fueron unánimes. La declaración aprobada en cada una de las cámaras, no tuvo apoyo del Frente Amplio. Era de esperar que alguno se negara a esa iniciativa, ¿pero todos? Todo indica que la voz cantante de Óscar Andrade, cual severo patrón, dicta el libreto al que atenerse. Guay del que quiera salir de la línea impuesta.

Este país sabe lo que es una dictadura porque vivió bajo ella durante 12 años. Sin embargo la experiencia propia no se transfiere a la realidad cubana, donde rige la más larga y perniciosa dictadura que conoce el continente. Ante ella, la izquierda despliega su escasa convicción democrática.

El diputado comunista Gerardo Núñez dijo que “de ninguna manera” había una dictadura en la isla caribeña y que lo que los medios mostraron en estos días no era “lo que está pasando en Cuba”. ¿Acaso fueron inventos de las redes, fake news?

Un primer reflejo es decir: ¿Y porqué no se habla de Colombia? Por la simple razón que el tema ahora es Cuba. Si creen que ganan el debate escurriendo el bulto con previsibles triquiñuelas argumentativas, es porque realmente viven en un mundo paralelo.

El otro recurso es sacar lo del “bloqueo”; la férrea dictadura de seis décadas existe por el bloqueo y no por sus propias causas.

Habría que aclarar que no existe un bloqueo sino un embargo impuesto por Estados Unidos que impide que ese país comercie con Cuba. Las demás naciones del mundo sí pueden hacerlo.

El embargo es una sanción por la que un país manifiesta hostilidad al otro por razones políticas. Sudáfrica lo sufrió por parte de varios países que estaban en contra del “aparheid”, su régimen racista. Pese a ello, Sudáfrica siguió siendo un país productivo y eventualmente abandonó su política racista, más por razones internas que por el peso del embargo. Taiwán sufrió, y sufre aún, un embargo por parte de China Comunista. Embargo y presión militar y diplomática al punto que reconocer a una China implica excluir a la otra. Taiwán no es aceptada en la ONU. Sin embargo, se trata de un país económicamente próspero, que con el correr de los años fue consolidando una eficiente democracia.

Con la excusa del “bloqueo” el régimen cubano justificó los paredones, las cárceles para sus disidentes, las torturas, las prohibiciones de salir fuera del país, la pobreza, la ausencia de libertad, la asfixia, el hambre.

El verdadero bloqueo fue el que el régimen impuso a su propio pueblo al convertir al país en una cárcel, una isla amurallada.

No se quedaron atrás algunos políticos de la región. El presidente argentino, Alberto Fernández dijo no conocer “exactamente la dimensión del problema en Cuba” pero agregó: “terminemos con los bloqueos”. Es presidente, político experimentado y habla de una dictadura sexagenaria, ¿pero dice no conocer la dimensión del problema? Entre eso y la coartada del bloqueo, mejor se hubiera callado.

También Lula, el expresidente brasileño condenó el bloqueo e insistió en que los problemas de Cuba sean resueltos entre los cubanos, otra coartada para lavarse las manos: los cubanos no tienen libertad ni poder para negociar con un gobierno totalitario. Es muy cínico proponer una salida que abandona a los perseguidos a su suerte.

Lula añade otra joyita para el glosario de frases ridículas. Dijo que de no ser por el “bloqueo”, Cuba tendría “un desarrollo como Holanda”. ¿Pretendía que alguien se lo tome en serio?

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, marcó su oposición al “bloqueo”, llamó a que no haya injerencias en el conflicto y dijo estar dispuesto a dar ayuda “si es solicitado por el Gobierno legítimo y constituido de Cuba”.

Una dictadura no es un gobierno legítimo ni constituido. Es una dictadura sin otro adjetivo a agregar.

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