Sorprendió la airada reacción de un europeo residente aquí, ante un comentario sobre Ucrania. - ¡“Ah.…nuevamente los americanos! ”.
- ¿Que dices? - “Y sí. ¿Porque no dejan que se maten entre ellos y Rusia termine de una vez con ese lío? Sobre todo, no les den armas, dejen de organizar esos embargos que agrandan el conflicto”. - “Pero, Putin los ha invadido, había que hacer algo! - “Es que los Ucranianos querían entrar en la OTAN “ - ¡Sí, para evitar que los invadan!
Al iracundo sujeto la invasión no le parecía bien, pero en el fondo, no le importaba. Adujo que Ucrania como país era muy nuevo. Por otra parte, los rusos habían dominado a ese pueblo y territorio varios siglos y tenían o creían tener ciertos derechos para imponer su punto de vista. La conversación quedó allí, pero refleja un problema serio y además una realidad difícil de encajar o más bien, era, el orden mundial a partir de 1945. ¿Hemos vuelto a 1939?
Repasemos las noticias más recientes. Se ha impuesto el 6º paquete de sanciones restringiendo aún más el flujo de energía rusa a occidente, a su sistema bancario y a los medios internacionales (SWIFT) de pago. Se siguen retirando y/o huyendo empresas extranjeras de Rusia. En EE.UU. el Congreso ha aprobado U$ 42.000.000,000 en ayuda militar para Ucrania. Los rusos “de facto” impiden exportar de granos. Se apropian de las existencias y/o destruyen los silos. ¿Se podrá cosechar lo que los ucranianos han podido sembrar? Los rusos conquistan sus puertos y amenazan Odessa, el último que les queda, el cual está bloqueado y de tanto en tanto bombardeado y sus aguas minadas. No se acercan los buques. En zona de guerra no valen los seguros.
Los granos y los productos alimenticios, el petróleo, ciertos metales y fertilizantes atascados provocan la suba de precios. La globalización está colapsando. Aumenta la inflación en el mundo. Los rusos sugieren que si quieren que los granos salgan de Ucrania, Occidente debería levantar las sanciones. Además han vuelto de a poco a bombardear Kiev. Dan a entender que dejarían de hacerlo si Occidente deja de enviar armas a los ucranianos.
La red ferroviaria y equipos ya ha sufrido pero la amenaza es que todo su conjunto podría ser severamente destruido. Mientras, las tropas rusas siguen avanzando pausadamente en el este y el sur, usando masivamente su artillería pesada y sus cohetes, nivelando pueblos y ciudades. Los ucranianos resisten con tenacidad y de vez en cuando contraatacan. Los civiles, la gente de edad, las mujeres y los niños emigran o se convierten en desplazados sin techo, sin bienes y expulsados de su terruño.
En Rusia es inconveniente hablar del tema, demás hay poquísima información al respecto. La censura es estricta. Apartarse de la versión oficial respecto a la “operación militar especial” conlleva peligro para la persona y su familia. Ha habido ya una purga dentro del ejército ruso y el ministerio del interior. Putin esta disconforme con los resultados y ha tomado el mando, tal como otrora lo hiciera Stalin. El ejército ruso históricamente ha rendido mal al principio en los conflictos hasta que se decanta de los incompetentes o pusilánimes. Estos son descartados o mueren y surgen los líderes más eficaces por su capacidad o crueldad, cosa que estaría sucediendo. La cantinela que Ucrania podría ganar este enfrentamiento es una quimera irresponsable. Proponer que los grandes países pueden perder guerras contra los más pequeños, se llama en inglés “wishful thinking”, ilusiones.
Rusia tiene casi 4 veces la población de su vecina víctima. Es auto suficiente. Tiene reservas. Posee un poderoso arsenal de armas nucleares y otras, además de una larga historia de invadir y someter a sus vecinos. Esta no es una nueva aventura, la tiene en su ADN y difícilmente se logre torcer o frenar su empuje una vez desatada la contienda. Su pueblo además de orgulloso es capaz, valiente, aislado, y por sobretodo, repleto de gente sufrida, acostumbrada por la inclemente naturaleza de su geografía y por una larga historia de opresión, obligado a enfrentar con frecuencia la escasez, por no decir la pobreza, el frío y el hambre. Hoy, la lidera con mano de hierro un zar de nuestra época, audaz, ambicioso, resentido, cruel y algo paranoico.
La disuasión para esta y futuras aventuras reside en que el costo es alto y no vale la pena si la víctima se defiende y recibe apoyo externo, aunque sea limitado, ya que le suministran armas, aun cuando exigen que se usen solo dentro de su país. Ergo, Rusia bombardea Kiev pero Ucrania no debe (aunque esa posibilidad no deja de existir) bombardear Moscú. Difícil es pelear en inferioridad de condiciones y una mano atada.
De prolongarse el conflicto, el resto del mundo se verá cada vez más afectado por la falta de alimentos y los cuellos de botella provocados por la escasez de combustibles, productos químicos y minerales. La extracción rusa de petróleo se verá restringida, por las dificultades de exportar (puertos y transporte) a pesar de la demanda por la interrupción de flujos constantes en sus oleoductos cuya consecuencia será que sus pozos en el ártico, se verán afectados por el congelamiento que produce una especie de estrangulación permanente. La ausencia de Shlumberger, Halliburton y Baker Hughes, Exxon y Shell se hará sentir. China, la gran fabrica del mundo se irá quedado sin suficiente energía, comida y materias primas. No hablemos ya de los países más pobres per capita. Según algunos estudios, unos 400 millones de personas hoy sufren de hambre intenso y se estima que la cifra estaría camino a más que triplicarse para fines del año que viene. Esta guerra traerá una sustancial caída de actividad económica, inflación, millones de muertes por hambre y oleadas de desesperados huyendo hacia los países más ricos.
Difícil vislumbrar el camino que conduzca a un armisticio y menos a una paz duradera. Que se pueda restablecer el orden mundial y reencausar los flujos comerciales cuyo retroceso han hecho enorme daño a la economía, la ecología y ni hablemos de la injusticia yel sufrimiento de Ucrania.