Un debate histórico

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En este año en el que se cumplió medio siglo de instalada la última dictadura en el país y 40 años del mitin del Obelisco y su emocionante río de libertad, ha faltado en la evocación un mojón para mí decisivo en la recuperación de la democracia, como fue el debate televisivo del viernes 14 de noviembre de 1980. El mismo se desarrolló en los estudios de Canal 4, fue grabado durante la mañana y se emitió esa misma noche a partir de las 21.30.

El tema a debatir fue nada menos que el proyecto de reforma constitucional que los militares sometían a plebiscito el último domingo de ese mes de noviembre y que ha quedado en la historia como el Plebiscito del SÍ y el NO. En el debate participaron, en defensa del SÍ, los consejeros de Estado Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes y, en defensa del NO, Eduardo Pons Echeverry en representación del Partido Nacional y Enrique Tarigo por el Partido Colorado. La idea de debatir fue propuesta por el periodista Avedis Badanian, y el debate fue conducido por los conocidos informativistas Carlos Giacosa y Asadur Vaneskaian. Como ya dije, se emitió en diferido, y no tuvo cortes, ni tandas comerciales. Buena parte del mismo se puede ver hoy en YouTube.

Para aquilatar, 43 años después, aquella jornada histórica, es bueno recordar las condiciones políticas y sociales en las que se produjo.

Para regularizar el llamado “proceso” y pasar de un régimen de facto a uno constitucional, los militares, junto a los civiles que los apoyaban, elaboraron una nueva constitución que sería plebiscitada el 30 de noviembre de 1980. Ella era expresión de la visión que tenían los militares sobre el marco legal que debería regular la vida de los uruguayos tras la ruptura institucional de 1973. Junto con la nueva constitución se había elaborado un cronograma que funcionaría a partir de la aprobación de la nueva carta, que confería poderes ilimitados a los militares y limitaba a los partidos políticos. En ese escenario, la propaganda oficial abrumadora hacía aparecer como inevitable el triunfo del SÍ en el plebiscito.

La censura a los partidos y sus representantes y el miedo latente que el poder de facto había impuesto hacían del debate entre el SÍ y el NO una discusión quizá imposible. Hasta que se abrió un resquicio en la lógica oficial y para sorpresa de muchos los militares aceptaron la realización de un debate televisivo entre representantes del SÍ y del NO. Quizá fue el hecho mediático más importante de la década que comenzaba.

Según analistas de entonces, el debate fue determinante para que muchos uruguayos decidieran votar en contra de la reforma constitucional. Fue un hecho periodístico sin precedentes en el país y también un hecho político único en el contexto latinoamericano y quizá mundial. Un gobierno dictatorial aceptó debatir ante la ciudadanía un proyecto político que aspiraba a hacer perdurar a los militares en el poder. En la discusión, los dos políticos demolieron con sus argumentos la constitución a plebiscitar y, ante una audiencia multitudinaria, la fuerza y la arbitrariedad sucumbieron frente a la razón y el Derecho. Dos semanas después, el NO se impuso por 57,2% y la constitución de los militares fue rechazada. Indudablemente, el debate tuvo una influencia decisiva en la derrota del SÍ.

Desde el punto de vista de una lógica causal, sin la derrota del SÍ probablemente la dictadura se habría consolidado en lo institucional y con seguridad no hubiera habido río de libertad, ni Club Naval, ni final de la dictadura. Pero, para que esa derrota se concretase, ese debate seguido por una audiencia multitudinaria fue decisivo para torcer el curso de los acontecimientos y lograr el NO histórico. Sin embargo, en el santoral de las jornadas decisivas para la recuperación de la Democracia, el debate no ha perdurado y la fecha del 14 de noviembre no registra unción alguna, salvo en 2020, cuando se cumplieron 40 años de realizado, pero sin que el canal que lo emitió dispusiese la emisión íntegra del archivo de imágenes que todavía existe del programa.

En lo que a mí respecta, puedo decir que hace unos años me dediqué a investigar sobre el hecho y desarrollé un proyecto cinematográfico que incluye tratamiento fílmico y guión de mi autoría, para un biopic con actores sobre aquella hazaña cívica y periodística. Entonces, me reuní con Avedis Badanian y tomé conocimiento de los entretelones previos al debate y de lo que sucedió aquel día trascendental en la vida del país. También obtuve una transcripción textual de todo lo dicho por los protagonistas. Lamentablemente, no he logrado que realizadores locales o extranjeros se interesen en el proyecto y el mismo quedó en mi archivo.

Lo anterior es simplemente anecdótico, pero me da pie para reflexionar un poco más sobre lo poco que ha perdurado el significado de aquel debate en la conciencia política y ciudadana. Lo primero que apunto es que, si en el debate hubieran intervenido figuras de la izquierda entonces proscripta, con seguridad sería otro el relato sobre el mismo y, ni que hablar, se evocaría seguramente cada año desde hace décadas, como se hace con la toma de Pando o el propio 27 de junio de 1973. En cambio, los partidos fundacionales, que sí participaron, salvo excepciones como la del expresidente Julio Sanguinetti, parece que no tienen cabal conciencia de la importancia que en la recuperación democrática tuvieron Enrique Tarigo y Eduardo Pons Echeverry con su descollante actuación aquel viernes de noviembre de 1980. Insisto que fue un día histórico y providencial, porque fue la primera vez que los uruguayos asistieron a una disputa verbal entre el poder dictatorial y dos representantes de la democracia perdida.

Y concluyo: insisto en que la fecha y el hecho que comenta esta columna no gozan del suficiente reconocimiento y memoria que merecen. Ver hoy sus imágenes en blanco y negro con las imperfecciones del video de la época y oír el intercambio de posturas y visiones sobre el proceso cívico militar y su proyecto de normalización institucional de la dictadura debería inflamar el orgullo ciudadano más allá de banderas políticas. La influencia que aquel combate verbal tuvo en el resultado del plebiscito de dos semanas después es un ejemplo de coraje cívico y audacia política por parte de quienes defendieron ese día el futuro democrático del país.

En todos estos años transcurridos desde aquel viernes inolvidable nadie ha tenido la iniciativa de declarar el 14 de noviembre Día del Debate por la Libertad.

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