Un porvenir bárbaro

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Debo empezar por reconocer a José Mujica la honestidad de alertar contra el plebiscito previsional con las palabras justas, mucho más contundentes que las proferidas por la fórmula presidencial del FA y aún por su propio designado ministro de Economía, quien había sido claro sobre los efectos del “Sí” pero ahora trata de relativizarlos.

Hecha la aclaración, debo detenerme en un interesante video aparecido hace unos días. El expresidente y líder del MPP aparece en un acto barrial (no sé si es en esta campaña o en una anterior), reiterando su discurso burlón hacia las empresas multinacionales: “Nos va a pasar que vamos a terminar todos siendo peones de las multinacionales. Como les pasa a estos muchachos que trabajan en McDonald’s. ‘Ah, tú sos el trabajador del mes’, te ponen en un cuadrito (carcajadas del público). ¡Un porvenir bárbaro!”.

El ocurrente autor del tuit edita a continuación imágenes de la candidata a la vicepresidencia por el Partido Nacional, Valeria Ripoll, trabajando en la cocina de uno de esos restaurantes en ocasión del último McDía Feliz: “La verdad es que es una alegría enorme volver a estar en este local, colaborando, donde trabajé diez años de mi vida. Desde los 16 hasta los 26 estuve aquí. Conocí a los mejores amigos de mi vida, que me acompañan hasta hoy”. La contraposición es ingeniosa: esta “trabajadora del mes” sí que tiene un porvenir bárbaro: puede llegar a ser vicepresidenta. Con esto no quiero criticar a Mujica sino a la ideología que trasunta su comentario, un prejuicio sumamente arraigado en cierta intelectualidad de izquierda.

La presunción de que somos peones de las multinacionales es hija de un viejo prejuicio de los anarquistas expropiadores contra el valor liberador del trabajo. En Argentina, el italiano Severino Di Giovanni (1901-1931) escribió que el sistema capitalista es un robo en sí mismo y que quienes trabajan consumen su vida, solo para enriquecer a sus patrones: “Todos vosotros sabéis que el trabajo honrado, el trabajo que no explota a otros, no ha creado nunca, en el presente sistema, el bienestar de persona alguna y mucho menos su riqueza, puesto que esta es el fruto de la usura y de la explotación, las cuales no se diferencian del crimen más que en las formas exteriores. Es necesario combatir el trabajo material, reducirlo al mínimo, volver- se vagos mientras vivamos en el siste- ma capitalista bajo el cual debemos producir. El ser trabajador honrado, hoy día, no es ningún honor, es una humillación, una tontería, una vergüenza, una vileza”.

Por supuesto que esto no representa las grandes líneas del pensamiento anarquista, que ha realizado importantes aportes a la Humanidad. Es lo que caracterizaba a los llamados “expropiadores”, esos que se metieron en el Cambio Messina de la Plaza Independencia a sangre y fuego, allá por 1928.

Sería interesante indagar cuánto queda de aquellos prejuicios en una ideología que desprecia el hecho de que los chiquilines de escasos recursos económicos, tomen trabajos de seis horas que les permiten continuar sus estudios. Por qué algunos ven mal que una multinacional les dé laburo para que obtengan los recursos necesarios a fin de seguir luchando por su vocación.

Tal vez encontraríamos allí una de las claves de la actual crisis en seguridad pública: la supervivencia de una mentalidad que desprecia la cultura de trabajo y confunde transgresión a las normas con ejercicio de libertad.

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