En la pasada festividad del 4 de julio la Asociación Nacional del Rifle (NRA) publicó el siguiente mensaje: “La única razón por la que estamos celebrando el Día de la Independencia es porque los ciudadanos estaban armados."
Unas horas después, un joven de 21 años mataba a quemarropa a siete personas en un desfile que tenía lugar en el apacible municipio de Highland Park, Illinois.
El NRA vive de la mitificación de un pasado en el que el derecho a portar armas formaba parte de la lucha en la forja de una nación. Hoy en día su objetivo es mantener viva la millonaria industria armamentista y una de sus estrategias es lanzar campañas para incentivar la compra de armas de fuego después de tiroteos masivos, haciendo énfasis en la necesidad de que la ciudadanía se arme. Algunos datos a tener en cuenta facilitados por la asociación de comercio de la industria: en 1990 se fabricaron unos 74,000 rifles de asalto para comercialización doméstica. Las ventas de este tipo de armas se incrementaron cuando las leyes federales levantaron su prohibición en 2004. En 2103, un año después de la matanza en la escuela Sandy Hook, se llegaron a vender 2 millones de rifles.
Lejos de que los sucesos en Highland Park sirvan como ejemplo del mal tan profundo que ha causado en Estados Unidos la proliferación de tenencia de armas de fuego, seguramente esta masacre, como ha sucedido con las anteriores, dispare la compra de estas armas.
Después del tiroteo en la escuela de Uvalde, Texas, hubo un esfuerzo bipartidista por impulsar una serie de medidas más restrictivas para que no resulte tan obsceno la pasmosa facilidad con que cualquiera puede comprar un rifle de asalto. Pero, y no se insiste lo suficiente en ello, no se acaba de determinar que es esencial prohibir por completo la venta de armas de guerra que en cuestión de segundos siegan vidas y producen graves heridas. Basta con escuchar los testimonios de los médicos que tuvieron que atender a los chiquillos de Uvalde, cuyos cuerpos estaban tan mutilados que sus propios padres no los podían reconocer para identificarlos.
Ahora sólo se podría obtener un rifle de asalto a partir de los 21 años. Un pobre consuelo, pues el asesino que desató la tragedia en Highland Park ya tenía edad para adquirir el arma. Por si fuera poco, unos meses después de haber amenazado de muerte a su familia con armas blancas en 2019, su propio padre lo avaló para completar la solicitud de compra de armas.
Desconozco si los padres fundadores de la nación tenían en mente este futuro tan descorazonador que hoy es el presente, con más armas que habitantes, a la cabeza en el mundo en lo que concierne a actos de violencia con armas de fuego y tiroteos masivos cuya frecuencia ya es alarmante. En lo que va de año ya han ocurrido más de 300 hechos de esta naturaleza en el país. En Dinamarca, donde hace unos días un atacante disparó contra la gente en un centro comercial, sólo se han producido tres masacres desde los años noventa.
Fue Alexis de Tocqueville quien en 1831 acuñó el término “excepcionalismo americano” después de un viaje a Estados Unidos, impresionado por la joven República americana. Tristemente, hoy podemos afirmar que la primera nación del mundo tiene un problema excepcional con las armas de fuego.