Un regalo para el alma

Compartir esta noticia

Afortunadamente existe la veda, que nos da un respiro en el bombardeo electoral y, en mi caso, me permite escribir sobre otros temas que nada tienen que ver con la política.

Semanas atrás, visité el Jardín de infantes N° 112 de Sarandí Grande, en Florida. Las maestras estuvieron trabajando con los niños sobre varias poesías y canciones de Juana de Ibarbourou, y me invitaron a ver lo hecho y a conversar con los niños primero, y -horas más tarde- con sus padres y abuelos.

Desde hace 51 años, el Jardín funciona en una casona antigua reciclada, bien adaptada y magníficamente mantenida. Allí, asisten 188 niños de entre 4 y 5 años y visitarlo es una experiencia tan emocionante como reconfortante.

A la entrada, me dio la bienvenida “El vendedor de naranjas”, hecho en cartulina y con una cesta a sus pies “rebosando naranjas pulidas de un caliente color ambarino”. De allí, en adelante, recorrí salones y espacios decorados con decenas de dibujos de los niños.

¿Cómo no emocionarse ante tanta ternura y trabajo? Luego vino el encuentro con los niños que demostraron cuánto habían trabajado con ellos las maestras. Y lo más importante, el esfuerzo realizado para que Juana, a través de sus versos y sus canciones infantiles, fuese conocida por los niños y estuviese, a través de su obra, allí pre-sente.

El jardín funciona en dos turnos: matutino y vespertino, Los niños reciben el desayuno o la merienda, según el horario. La gran mayoría de ellos viven en la propia Sarandí Grande, son muy pocos los que llegan desde la zona rural.

En los pequeños detalles, uno comprueba el trabajo de las nueve maestras y las seis auxiliares que allí trabajan. Los alumnos lucen delantales impolutos, levantan la mano para pedir permiso para hablar y ríen con ganas. Por supuesto que gastan energías, a la hora del recreo, en los juegos dispuestos en el patio.

Según, Adriana la directora del Jardín, que trabaja allí hace tres años, los niños pertenecen a lo que Primaria denomina Quintil 4, eso significa padres que han terminado el Liceo y que tienen, en algunos casos, estudios universitarios. Son en su enorme mayoría hijos o nietos de familias de clase media. Y eso también se ve reflejado en el compromiso que padres y abuelos tienen con la institución. Una comisión de apoyo está siempre pendiente y dispuesta a solucionar cualquier problema que se suscite.

Los niños van con alegría a ese Jardín y, aunque parezca increíble, no les entusiasma no tener clases los feria-dos , las vacaciones no son algo que los hagan particularmente felices. Extrañan el Jardín cuando no pueden asistir.

En un par de semanas van a tener su fiesta de Fin de año. Están preparando canciones que representarán disfrazados de animales. Por estas horas, madres, abuelas y hasta alguna tía están ocupadas diseñando y cosiendo esos trajes.

Visitar el Jardín 112 es un regalo para el alma. Me hizo pensar y pude comprobar que sigue habiendo maestros y docentes muy comprometidos con su misión.

Para ellos, ejercer la profesión que eligieron no es un acto de militancia, sino un enorme compromiso con la sociedad en la que viven. Los frutos, como los del “muchachuelo de brazos cetrinos”, están a la vista.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premium

Te puede interesar

El backstage de fotos de Giannina Silva embarazada
La conductora protagonizó una jugada producción para Sábado Show.
0 seconds of 1 minute, 48 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
Próximo
Fiesta de Canal 12: el momento de la foto
00:14
00:00
01:48
01:48