Si bien el diputado Martín Lema no ha confirmado aún si se presentará como candidato a la Intendencia de Montevideo, su nombre suena y en las mediciones aparece muy arriba. Es un buen nombre para esa candidatura. Sin embargo al no confirmar de modo explícito su interés, no puede decirse que ya se lanzó. Y mientras ello no ocurra, la Coalición no está todavía abocada a decidir como peleará por lo que se ha convertido en un inamovible bastión frenteamplista. Sería absurdo que una vez más los partidos de la Coalición se dejen estar respecto a Montevideo y decidan encarar su estrategia cuando ya sea demasiado tarde.

Si bien ahora la prioridad es lo nacional, una parte de cada partido ya debería estar concentrada a pensar solo en Montevideo. Si lo empiezan a hacer desde ahora eso no solo ayudaría a la elección departamental, sino en octubre a aumentar el número de diputados por Montevideo. Para ello hay que dejar de lado esa negativa postura de que Montevideo es tan frentista que está perdida de antemano.

Es bueno contar con candidatos que sean figuras fuertes, referentes conocidos y con experiencia. Martín Lema reúne esas condiciones. Fue un diputado muy activo y luego un ministro que desplegó estrategias claras en un ministerio sensible.

Pero la imagen sola no alcanza. Además hay que ofrecer una idea, una propuesta que seduzca a los montevideanos, que les haga sentir que es posible vivir en una ciudad mejor cuidada, limpia, funcional, que atiende a sus rincones más postergados.

En casi 35 años de gobierno, las diferentes gestiones frentistas dejaron muy poco. Uno pensaría que tras tantos años, la ciudad luciría muy diferente. Hubo impulsos, es cierto, pero es tanto lo postergado, que las muchas obras ejecutadas durante la administración de Daniel Martínez, por ejemplo, si bien indispensables, lucen poco.

La peor gestión fue la de Carolina Cosse. Obras menores, algunas bienvenidas pero de escaso impacto. Gastó mucha pintura verde para las ciclovías y solo a paso muy lento inició su plan de reponer la “luminaria”; las avenidas y calles de Montevideo siguen siendo oscuras aunque, paradójicamente sus luces estén encendidas. El resto se fue en megaespectáculos, caros y polémicos.

Por algo en las internas no logró ganar ni en su propio territorio. Quizás, en el fondo nunca le gustó el trabajo de intendenta.

Una imagen totalmente opuesta es la que deberán exhibir los candidatos que quieran ganar en Montevideo. Deben demostrar que aspiran al cargo porque quieren hacer cosas, transformar la ciudad, limpiarla, hacerla menos hostil, embellecerla, lograr que los servicios lleguen a los rincones más postergados. Por eso no alcanza con señalar un nombre, por bueno que sea. Importa que además haya una propuesta que sea atractiva y realizable en toda su extensión.

Habrá que ir a la que en su momento Laura Raffo llamó el “Montevideo olvidado”. Si las zonas carenciadas contaran con mejores servicios, buen saneamiento, acceso al agua y la electricidad, calles y aceras bien construidas e iluminadas, no por eso dejarían de ser asentamientos, pero ayudaría a una mejor calidad de vida. Lo que una Intendencia puede cambiar con solo cumplir con lo que es su función, ya es mucho. También hay que rescatar un Montevideo que sea querido y cuidado. Hoy es una ciudad hostil, sucia, que pervive en medio de la indiferencia de sus pobladores, resignados a que así habrá de ser para siempre.

Sería bueno que se apostara a desarrollar las obras que hagan falta: avenidas a ser ensanchadas, calles mejoradas, cruces bien diseñados y señalizados para ofrecer más seguridad. Potenciar los espacios públicos, parques y plazas. Reorganizar el siempre complicado problema del transporte público y lograr, por ejemplo, que los taxis ofrezcan un mejor servicio, limpio y moderno en lugar de obligar a sus pasajeros a viajar en esas infames celdas, sucias y claustrofóbicas.

Está el eterno problema de la limpieza que empeoró, si eso es posible, en estos años. En su edición del jueves, feriado, El País tituló una breve nota diciendo “hoy no será normal la recolección de basura”. La pregunta es: ¿cuándo lo es? En ese tema los montevideanos están saturados de promesas incumplidas. ¿Alguien alguna vez pondrá en marcha el plan que realmente revierta la infame pesadilla de vivir entre la mugre, en una ciudad de veredas rotas y muros pintarrajeados con grafitis de mal gusto y peor aspecto.

Por último, y este es un tema en el que mucho insisto: ¿podrá Martín Lema, o quien sea, convertir a Montevideo en una ciudad linda, armoniosa, que termine con la tendencia a las monstruosidades arquitectónicas donde todo está dejado a la improvisación, a los cambios caprichosos de normas urbanas que solo dan como resultado, la presencia de espantosos adefesios.

¿Podrá el siguiente intendente hacer de Montevideo una ciudad que ofrezca calidad de vida, que sea funcional, cuyos servicios incluyan a todos y de la cual los montevideanos puedan sentirse orgullosos?