Inspira esperanza el título del libro de Barack H. Obama. Es sobre los primeros cuatro años de su presidencia.
Al principio, menciona brevemente algo sobre su niñez, familia, educación, su trabajo como organizador comunitario, hasta desembocar con gran entrega en su carrera política. Ya en mayor detalle, cubre su paso por la actividad en la legislatura de Illinois, seguido por su período como senador y su elección a la presidencia. No recuerdo que escriba sobre la tremenda ambición que lo debe haber impulsado a correr esa formidable carrera de obstáculos, excepto cuando admite que fue motivada para despertar las esperanzas de quienes, por razones de raza, condición social o falta de medios veían imposible progresar. Su periplo fue inspirado en gran parte por su madre que repetía SE PUEDE…
Hay partes del libro que francamente, emocionan. Una de ellas se refiere a cuando intenta que su mujer comprenda y apoye su deseo de lanzarse a la presidencia. Era su plegaria. Si ganaba, la mirada que tendrían muchos jóvenes sobre lo que es posible lograr, cambiaría profundamente su actitud hacia la vida.
Para ella, que su marido haya llegado al senado norteamericano ya era extraordinario y más que suficiente. Exponer a su familia y además abandonarla prácticamente, durante el un año de campana arriesgando el bienestar recién logrado, con magras chances de alcanzar su objetivo. No valía la pena. Además, aumentaría exponencialmente el peligro de recibir un balazo en la cabeza. Era un negro, un afroamericano, sonaba raro su nombre. La inicial del medio correspondía a Hussein, claramente de origen árabe. Trump que comenzaba a tallar insistía en que Obama no había nacido en EE.UU. Además no tenía dinero y carecía de apoyos, pero luego de la exposición de su marido Michelle le contestó con una pregunta. ¿Así que te lanzas a la carrera?
Durante la misma, Obama volvió a demostrar en la cancha grande su genio para escoger y motivar a sus colaboradores, conseguir fondos, conectarse con la gente, trabajar mucho y bajo presión aguantar durmiendo poco, vencer prejuicios, proponer objetivos y concentrar los esfuerzos donde fuera más importante, donde rendiría más votos.
Su rival John McCain era un carismático y admirado Senador republicano de Arizona, un conocido héroe de la guerra de Vietnam, casado con una mujer muy rica y agradable, con una linda familia. No era un rival fácil de vencer y sin embargo, Obama siguió creciendo en las encuestas. Sarah Pallin, la compañera que eligió cono vice, dudo que lo haya ayudado. Obviamente, consolidó el apoyo populista de derecha para que salieran a votarlo pero descuidaron al electorado de centro y urbano. En cambio Biden, el candidato a vice demócrata debe haber sumado tranquilizando a los de centro y a los más conservadores de su partido y atraído a independientes.
Bush (h) dejaba como herencia la gran recesión comenzada en las 2008 y dos guerras, la de Iraq (Obama había votado en contra) y la de Afganistán.
En ese contexto, es sumamente interesante la descripción de la toma del poder, la gran cantidad de decisiones que hay por delante frente a la terrible crisis que se cernía. A quien poner dónde, contemplando sus talentos y egos. Por ejemplo, la acertada y nada fácil designación de Larry Summers como su asesor en economía, nombrando como secretario del Tesoro a Timothy Geithner, alguien mucho más joven, quien inclusive no quería aceptar su ofrecimiento. Pedirle a Gates, secretario de Defensa del saliente Bush, para que siga en el puesto y le ayude a encauzar las guerras.
La agenda que impuso Obama para su administración era francamente ambiciosa. Estaba condicionada por las consecuencias de la crisis de las hipotecas “sub prime” que afectaba al sistema bancario mundial, al borde del colapso; la caída de las bolsas; el aumento del desempleo y la quiebra de la confianza empresaria. Instalar finalmente en EE.UU. un sistema de salud pública y debiendo enfrentar la férrea oposición republicana. Llevando adelante la negociación con los rusos para reducir el stock de armas nucleares. Redoblar los esfuerzos para evitar su proliferación. Impedir en Libia (con bombardeos aéreos junto con Francia y GB) la matanza que acontecería en Bengasi si llegaban hasta allí las fuerzas de Gadafi en esa guerra civil, un coletazo de la inestabilidad en el mundo árabe causado por la invasión de Iraq.
No era que venía una crisis, se orientaba su solución y luego llegaba otra. Los temas se sobreponían al mismo tiempo. Había que atender la visita oficial de un jefe de estado. Enfrentar la noticia de una matanza en un supermercado o escuela. La explosión de la plataforma de BP en el golfo de México y la posterior fuga de petróleo (miles de barriles diarios) creando un enorme desastre ecológico y económico para la región. Huracanes. La toma de Crimea por los rusos. Problemas entre Israel y palestinos, todo requiriendo la atención del presidente.
Pero había compensaciones, una importante. Su despacho estaba en su casa, lo que le permitía tener bastante contacto con su querida familia. Al anochecer trataba de estar disponible y comer frecuentemente con su mujer e hijas y verse durante algún otro momento del día.
Al asumir la presidencia, Obama se había propuesto eliminar a Osama Bin Laden. Su rastro había desaparecido hasta que surgió que podría estar viviendo en Pakistán, en un predio amurallado semi urbano. Observaciones posteriores aumentaron las chances, no la certeza, que allí se ocultaba el líder terrorista. Se prepararon dos planes y en función de ello la estructura para su ejecución. Ambos implicaban violar el territorio de un país, pero pedir su anuencia comprometía su éxito. Desechó el bombardeo por las inevitables víctimas inocentes y la falta de certeza. Los consultados no coincidían. Biden y Hillary Clinton antes de enviar los helicópteros querían mayor seguridad. Gates, estaba en contra por el alto riesgo al fracaso (como cuando Carter en Irán). La oportunidad podía esfumarse. Obama resolvió acertadamente.
En forma ágil e inteligente, el autor provee el contexto y explica las decisiones que toma. Interesante lo que nos deja apreciar.