Vapeadores y tabaco

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El consumo de tabaco es la principal causa evitable de enfermedad y muerte en el mundo. En Uruguay, fallecen cada día 14 personas por enfermedades relacionadas con el tabaquismo de media, lo que supone en torno a 5.000 muertes anuales. Al coste del tabaquismo en número de vidas debemos añadirle además el gasto sanitario que supone para el Estado uruguayo, cuyo gasto público en salud supone en torno al 7% del PIB. Pero, a pesar de la carga que el tabaco supone para la salud del país, Uruguay mantiene políticas antitabaco fallidas, entre las cuales se encuentra la prohibición de la comercialización de los cigarrillos electrónicos o vapeadores y diversas restricciones a otros productos de nicotina.

Los productos de suministro de nicotina de daño reducido son productos sustitutivos del tabaco que permiten a los fumadores seguir consumiendo nicotina a la vez que reducen los daños para la salud causados por fumar. Estos productos son de gran utilidad para aquellos fumadores que no pueden o no quieren dejar de consumir nicotina, pues les permite seguir haciéndolo, pero a un menor coste para su salud. Entre ellos se incluyen productos orales como el snus, las bolsas de nicotina, los parches y chicles de nicotina, los productos de tabaco calentado y, los más populares, los vapeadores. En los vapeadores, una resistencia alimentada por una batería calienta un líquido que puede contener nicotina y aromatizadores hasta producir el vapor, que es inhalado. A diferencia de los cigarrillos tradicionales, no hay combustión, por lo que no se produce humo -dañino para la salud de los usuarios- y los líquidos contienen ingredientes inocuos para la salud, a diferencia de los cigarrillos, que contienen más de 70 carcinógenos. Gracias a estas propiedades, vapear se estima un 95% menos dañino que fumar, según la agencia de salud pública del Reino Unido. Vapear es además dos veces más eficaz para dejar de fumar que las terapias tradicionales de reemplazo de nicotina, según la Queen Mary University, y ya se recomienda a los fumadores para dejar el tabaco en países como Reino Unido, Francia, Canadá y Nueva Zelanda.

Las políticas que promueven el uso de estos productos para dejar de fumar, un enfoque conocido como reducción de daños del tabaco, están funcionando con gran éxito en algunos países. Sin embargo, en Uruguay, el uso de este tipo de productos está muy limitado. Así, el Índice Global de Políticas Efectivas Antitabaquismo de Somos Innovación, que evalúa las políticas gubernamentales llevadas adelante por cada país en relación a cada una de las clases de producto y en función de su efectividad para combatir el tabaquismo, coloca en su última edición a Uruguay en el puesto 48 de 49 países analizados, y en el último puesto de la región sudamericana. La posición de Uruguay en el ranking se ve lastrada por su puntuación en la categoría del vapeo. Uruguay obtiene en este subíndice el peor resultado de todos los países evaluados, debido a que continúa vigente la prohibición de comercialización de estos productos, incluida su importación para uso personal. En cuanto a los otros productos evaluados, el tabaco calentado, las bolsas de nicotina y el snus, la posición de Uruguay se encuentra en la parte media de la clasificación.

La comercialización de los productos de tabaco calentado fue aprobada en el año 2021. Estos productos, aunque a diferencia de los vapeadores sí contienen tabaco, no necesitan combustión, y por tanto no generan humo. Como no hay combustión ni humo, son mucho menos dañinos que los cigarrillos tradicionales, pero son más dañinos que los vapeadores debido a su contenido de tabaco. Dado que estos productos son legales y están en circulación en el mercado uruguayo, al igual que el snus y las bolsas de nicotina, no tiene ningún sentido que la alternativa de menor riesgo, los cigarrillos electrónicos, se encuentren en la ilegalidad. En esta situación, los dispositivos y los líquidos de vapeo se venden en el mercado negro, sin pasar controles de seguridad ni de calidad, sin pagar ningún tipo de impuesto y sin capacidad de que se evite la venta a menores de edad. Es una situación que no conviene ni al gobierno, que no recibe ingresos fiscales de su venta, ni a los usuarios, que tienen que recurrir a productos de dudosa calidad en el mercado negro sin garantías, ni a los fumadores, que se ven desincentivados a cambiarse a una alternativa más segura.

Mientras la tasa de tabaquismo se sitúa por encima del 20% en Uruguay, Reino Unido ha reducido su dato de manera estelar en los últimos años hasta el 12%, gracias a la promoción de estos productos como herramienta para dejar de fumar. Suecia, por su parte, está a punto de convertirse en el primer país libre de humo -definido como una prevalencia de tabaquismo inferior al 5% de la población adulta- gracias al uso de los vapeadores y del snus. Ahora Uruguay tiene la oportunidad de revertir la prohibición y mejorar su salud pública. Es el momento de que el gobierno atienda a la evidencia científica y a las experiencias de los usuarios a la hora de redactar su estrategia contra el tabaquismo.

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