Una nota publicada el jueves último en El País, dio cuenta que el 80 por ciento de los edificios históricos del Centro de Montevideo están grafiteados. La información le puso números a una situación a ojos vista de las personas que circulen no solo por el centro de la capital, sino por la Ciudad Vieja, el Cordón, la Unión, y cualquier barrio populoso de la capital.
La nota destaca particularmente dos edificios emblemáticos: la vieja sede del ex Jockey Club en 18 de julio y Andes y la Biblioteca Nacional en 18 y Tristán Narvaja. Ambos tienen sus fachadas no solo tapadas de grafitis sino también dañados los nobles materiales que las recubren.
El edificio del Jockey Club fue comprado en 1997 en remate por el grupo portugués Pestana. Allí se proyectaba transformarlo en un hotel cinco estrellas. A mediados de la década de 2010, funcionó un restorán en su planta baja, fue una forma de anunciar su recuperación. La soberbia construcción obra del arquitecto francés Joseph Paul Carré, fue inaugurada oficialmente en enero de 1932 y su vida estuvo atada al esplendor y decadencia del club turfístico. Hoy vive una nueva agonía.
La Biblioteca Nacional, data de la década de 1950, y su fachada es un sarcasmo de lo que el edificio debería representar y de lo que en su interior atesora.
Estas dos construcciones son tan solo una muestra de lo que sucede en Montevideo. El panorama es triste y se transforma en desolador al final de la tarde, cuando los comercios bajan sus cortinas y muestran sus vandalizadas caras.
Como ya nos tiene acostumbrados, la Intendencia de Montevideo no hace nada y tampoco se lo plantea. ¿Se puede esperar algo de una administración que maneja a su antojo y capricho los dineros de los contribuyentes?
No cumplen con sus funciones básicas. No limpian la ciudad. En palabras del intendente Mauricio Zunino, la mugre de Montevideo se debe al “Gobierno nacional” que no “resuelve el tema de la gente que vive en la calle”. Flaca memoria la de Zunino; hace 34 años consecutivos que el Frente Amplio gobierna en Montevideo y cada nueva administración deja a la ciudad más mugrienta. Tampoco se ocupan de la iluminación, ni de las calles, salvo de complicar el tránsito con ciclovías.
Si lo pensamos bien, son coherentes. Para los intendentes de izquierda de Montevideo, sus gestiones han sido la plataforma para sus carreras presidenciales. Entonces: ¿por qué y para qué preocuparse de las obligaciones que deben cumplir por mandato legal?
Hay que aprovechar y usar los cuantiosos recursos de la Intendencia para financiar equipos de asesores de imagen, canal de televisión propio y utilizar la visibilidad que da el cargo para hacer política e inmiscuirse en los temas que son competencia exclusiva del Gobierno central.
¿Recuerdan a la ingeniera Carolina Cosse durante la crisis del agua? Su sucesor, Zunino ratificó el rumbo de la administración. Eso significa, basura, oscuridad y muchas fiestas ahora cuando llegue el calor.
Quedan dos opciones: consolidar una coalición republicana en Montevideo, que derrote en las urnas al FA en las elecciones departamentales de 2025. Si esto se logra y aun así vuelve a ganar la izquierda en la capital, habrá que marcharse. Seguir el derrotero de los que han podido irse de Montevideo, hartos del espolio impositivo y de vivir en una ciudad que produce dolor y lástima por donde se la mire.