@|De acuerdo a un nuevo informe de la ONU, casi 60 millones de personas pasan hambre en América Latina y el Caribe. Este número corresponde a la población de la Península Ibérica.

A pesar de haber gran riqueza de recursos naturales, nuestro continente tiene el mayor aumento de famélicos del mundo de los últimos años.

Una vez mi padre me contó, y sólo esa vez, que había pasado hambre durante la Segunda Guerra Mundial. Estaban hasta tres días sin ingerir alimentos. Esa historia me tocó mucho. Así tuve consciencia de ese terrible flagelo, sin nunca haber pasado esa experiencia desesperante, gracias a Dios.

Creo que el proceso del éxodo a las ciudades latinoamericanas pudo haber agravado la situación. En las urbes la gente no puede plantar ni cuidar animales. Además, hemos perdido la cultura de sembrar la tierra para cosechar nuestro sustento.

En Brasil, emprendimientos particulares, ONG´s, grupos barriales y parroquias buscan dar una mano a los necesitados de alimentos. Los nombres de esas asociaciones son muy sugestivos: “Hay gente con hambre”, “Cocina solidaria”, “Brasil sin hambre”, “SOS periferia”, “Proyecto dividir”, “Combate al hambre”, “Lucha contra el hambre”, “Proyecto plato lleno”.
Así, la gente se solidariza y se une para hacer el bien, y olvidarse de la diferencias y polémicas. De esta forma, la unión posibilita la acción contra el hambre generando la colaboración ciudadana, gracias a la empatía.