@|Raúl Guerra Garrido, el muy premiado escritor español, tras una caída por la cual estuvo días internado, falleció el viernes 2 de diciembre. Una de las figuras fundamentales de las letras españolas modernas.
Su vasta obra literaria, tan amplia y tan rica, mereció numerosos premios, entre ellos el Premio Nadal, el Premio Planeta, el Premio de las Letras de Castilla y León, el Premio de la Crítica, el Premio Fernando Quiñones, el León Felipe y, por si faltaba alguno, el Premio Nacional de Literatura de España.
Entre sus laureados libros cabe recordar “Lectura insólita de “El Capital”, “La carta” (con una edición de Ediciones de la Plaza de 1990, dirigida entonces por Martín Aguirre Gomensoro, director asimismo de El País), “El otoño siempre hiere”, “El que sueña novela”, “La Gran Vía es New York”, “Tantos inocentes” y, entre otras, “La estrategia del outsider”.
Fue un autor muy original, al que nada le fue ajeno, escribiendo incluso novelas contra la ETA, lo cual a ser perseguido el terrorismo etarra, quienes incendiaron dos veces incendiara dos veces su farmacia en San Sebastián, donde vivía con su esposa (como él especialistas ambos en el tema).
Terminó viviendo en Madrid, tiempo después, aunque pasaba los veranos siempre en San Sebastián.
Le conocí en San Sebastián y nos vimos muchas veces en España, creando una honda amistad. Vino al Uruguay dos veces, y fui yo quien se lo presentó a Martín Aguirre Gomensoro. Raúl Guerra Garrido, por lo demás, presentó mi novela “Muerte en el Café Gijón” en Madrid (cuya primera edición es de Ediciones de la Plaza aquí), en la famosa librería “La buena vida” de Juan Trueba, hermano del director de cine español Fernando Trueba, ganador del Oscar por su película “Belle Epoque”, a quien recuerdo sentado en la presentación de mi novela -la que me pidió se la dedicara- en primera fila.
Con su seductora prosa, Raúl Guerra Garrido, repleta de ideas, atrapó a los lectores en diversos países del mundo, fue muy traducido, e incluso filmada una de sus novelas, y sus obras que lo ratificaron lisa y llanamente como un escritor de raza. De primera líneas.
Sus palabras literarias, afirmando que “las apariencias desengañan”, coinciden con las imágenes y la imaginación, y entonces escribió: “navegamos no porque existan olas o la mar nos parezca infinita sino porque queremos llegar al horizonte, límite más que discutible”.
Con su seductora escritura, repleta de ideas, atrapa a sus lectores gracias a un mundo literario vasto y amplio, que lo ratifica como un auténtico escritor de raza, Uno de los maestros de las letras españolas modernas.
Su adiós hoy es internacionalmente muy sentido.