@|Hoy, muchas personas de este lado del charco y del lado argentino, exponen frente a los resultados electorales de ayer, cosas así como: "La gente se avivó y va por el cambio". "No retrocedemos ni acá ni en Argentina. Vamos por los cambios. A mantener la LUC". "Se viene el cambio también en Argentina".
A quienes piensan así quiero decirles que mismas cuestiones fueron planteadas cuando Bolsonaro ganó las elecciones en Brasil.
Mucha gente cree y entiende que nos hemos "avivado", que "despertamos", que no se quiere más los gobiernos "progresistas" de izquierda.
A ellos, debo decirles que, pese al pasaje de Lula por la cárcel, hoy es un gran candidato a ganar las elecciones; acusado de corrupto por coimas, favoreciendo empresas, etc.
En Argentina vimos como Macri ganó la elección y luego se volvió al Kirchnerismo.
En Uruguay, ganó por 3 períodos el Frente Amplio y si bien su electorado se vio reducido en las últimas elecciones, arañó el cuarto período.
Entiendo que estamos viendo mal las cosas. Que la gente es verdad que quiere cambios, pero cambios buenos, que lo sientan en sus vidas cotidianas. Quieren ser gobernados por políticos/partidos que hagan un clic en relación a la transparencia, al cuidado de los fondos públicos, a la inversión social que se haga. Cosas tangibles, de esas que diariamente lo noten en sus casas. En sus recibos de sueldos. En las oportunidades de desarrollo. Que las empresas, sobre todo las pymes, pero todas, hasta las más grandes puedan bajar sus costos y hacer lo que toda empresa e inversores quieren, tener rentabilidad.
Así que esta calesita va girando y en períodos electorales pareciera ser que eligen a quien en ese momento específico genere esas "sensaciones". Digo sensaciones, porque las experiencias de las últimas décadas en la región han sido todos malos síntomas, en relación a la confiabilidad del sistema político. A su credibilidad.
Se está en permanente examen ante los ciudadanos (por suerte).
Así que diría no romantizar tanto los resultados electorales. No racionalizarlos tanto hacia cambios ideológicos y por supuesto a no llevarlo al campo "emotivo" o de "fanatismo".
Todos los gobiernos están siendo evaluados. Los medios, las redes permiten acercar más las informaciones a todos y en lugares donde son más "apolíticos" pero más pragmáticos; analizan diariamente si hoy están peor que ayer.
Los cambios son esos. No hay partidos atornillados. No hay ideologías que perduren si la gente no lo siente y cada día más el electorado castiga con el voto. Esta es una calesita y la velocidad de la misma es puesta por las acciones reales de los gobernantes y la percepción subjetiva del electorado con respuestas tangibles a sus situaciones cotidianas.