Carlitos y su Casa Pueblo

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@|A mediados de la década del 60, mi cuñado estrenaba casa a metros de Casa Pueblo, en la Ballena. Acompañamos a (para nosotros) Carlitos Páez Vilaró al nacimiento de su obra.

La pequeña casa original se transformaría en esa fenomenal escultura.
Su construcción fue dirigida por el propio Carlitos, burlándose de las reglas de la arquitectura, nunca una plomada…

Les decía a sus artesanos: “…Alrededor de este vidrio me hacés una pared y así siguiendo ventana por ventana”. Le decíamos: “Carlitos, las paredes se van a desbarrancar… nos da miedo venir”, y nos quedábamos en la parte vieja.

Su arte y su bohemia competían por ser, cuál de ellas, lo más importante en su vida.

A la noche nos llevaba a comer a Maldonado. Cuando queríamos pagar nos frenaba, y le pedía al dueño del restaurante que le diera dos platos, sacaba su marcadores y dibujaba sobre ellos. El dueño encantado, pues lo que recibía era muchísimo más que el importe de las comidas.

Así era este enorme artista, cuya amistad tuve la suerte de disfrutar.

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