Ariel Pereira | Montevideo
@|Esta inexplicable derrota ha conmovido profundamente a este viejo servidor del Partido Nacional.
Nunca tuvimos un líder que se ganara el apoyo de la ciudadanía, como ha ocurrido con Luis. El país ha tenido un buen gobierno, ha ordenado las finanzas y la economía realizando obra pública, incorporando reformas sociales, frenando la inflación, cuidando precios y salarios, abriendo el país al exterior, etc.
Asegurábamos la continuidad del gobierno y sin embargo la mayoría de la ciudadanía no nos acompañó.
Luis ha conducido al Partido en forma inobjetable, provocando un cambio generacional sin sangre, sin divisiones internas y ha conducido la Coalición con buen criterio. Nada me hacía pensar que podría vivir esta amarga experiencia.
La primera derrota del Partido Nacional la sufrí en 1950. Al otro día de la elección, nos convocaron y comenzamos a trabajar para la próxima. El Partido estaba dividido. La Reforma del 51 permitió fortalecer el “viejo tronco”. Nuevamente perdimos en el 54, pero teníamos un Jefe Civil que convocaba con fuerza y con poder de mando.
De nuevo a la lucha. Debimos enfrentar a los compañeros que abandonaban al Jefe porque estaba viejo y había una savia nueva, inteligente y fuerte que pedía cancha. Se unieron contra Herrera y los enfrentamos. Fue muy dura y amarga la campaña. De nuevo perdimos en el 54. Amargados fuimos a verlo y el Viejo nos recibió con una sonrisa... “Muchachos al decir de Roxlo hemos tenido otra cita de amor con la derrota. Cuatro años pasan rápido. Ánimo”... y empezamos de nuevo.
Volvieron algunos de los que se habían ido y de nuevo una lucha amarga y dura frente a los compañeros y al adversario tradicional. Pero el Viejo firme. Un roble. Cuando decaíamos pasábamos los domingos por la quinta y cobrábamos coraje y fuerza para seguir. No era fácil. Una nueva y brillante generación del Partido lo enfrentaba al Viejo. Pero un día Máximo Garrido acercó a Nardone y cambió la historia. Herrera y Nardone más la Reforma del 58, nos dieron un impulso vital y se produce el milagro. Después de 90 años triunfa el Partido Nacional. Pero en el 59, parte a la inmortalidad el Viejo querido.
Con dificultad ganamos el 62. Perdimos en el 66.
Entonces irrumpe Wilson creando una nueva y potente corriente que moderniza al Partido. Incorpora una generación de jóvenes dirigentes y asume la conducción. Una nueva mística conmueve a la colectividad blanca. Pero otra vez la lucha interna dura, desgarrante, como en los viejos tiempos.
Ahora volvemos a pronunciar las palabras de Roxlo, pero tenemos a un gran Partido Nacional, fuerte y unido con un líder y conductor joven y con voz de mando.
Creo que es necesario que el Directorio ordene al Partido creando una columna que difunda entre los jóvenes la rica historia del Partido; otra columna que reúna e interprete las hermosas canciones que evocan nuestra glorias y despiertan emociones; y una tercer columna que encare con fuerza la acción política partidaria. Unidas las tres compartiendo jornadas patria adentro,con un programa que enamore y dando participación y protagonismo a los compañeros con un líder que asuma; estoy seguro que el Partido vuelve.
Pero también hay que volver a abrir las puertas del Directorio, como lo hizo el Dr. Luis Alberto de Herrera.