@|Este 2019, es un año particular para la vida de la Casa de los Lamas.
Es que convergen aniversarios que son destacables por su trascendencia en un momento del país que presagia una gran movilización partidaria.
Cuando aún no había finalizado el primer mes del año, concretamente el sábado 26, se cumplió el 75 aniversario de la toma de posesión del histórico recinto. No es una fecha cualquiera. A partir de entonces, lo que había sido una finca familiar, donada por los blancos a la familia Lamas, deviene en uno de los lugares emblemáticos de la colectividad fundada por el Brigadier Manuel Oribe. Primero fue sede del Partido Nacional Independiente, una de las dos expresiones electorales en la que se dividieron los blancos. Luego fue la de la Unión Blanca Democrática, uno de los dos grandes grupos que se conformaron para la siempre recordada elección de 1958. Por años se constituyó en el lugar de reunión del Movimiento Nacional de Rocha.
Desde los comienzos, la casa pasó a ser un centro de reuniones donde no sólo se discutía de política y se realizaban reuniones partidarias sino, fundamentalmente, un lugar donde se formaron varias generaciones en valores distintivos de la comunidad nacional y de los nacionalistas en particular.
Esta casa es un genuino e inclaudicable símbolo de los principios republicanos y democráticos.
Debo decir y con el máximo orgullo que atesoro en mi más rico acervo personal la formación política, ética y humana recibida en Casa de los Lamas. Allí se moldeó el hombre que soy.
Durante los años 80 y 90 cientos de jóvenes que pasamos por su patio y las diferentes salas que la conforman recibimos verdaderas lecciones del accionar político, tanto de las ideas como de la moral con que debíamos perseguir la noble actividad del servicio público.
A Casa de los Lamas la debemos asociar a un verdadero fresco manantial donde vamos siempre a abrevar los más puros ideales de república, estado de derecho, democracia, defensa irrestricta de la libertad y de los derechos fundamentales de las personas, valoración de nuestra tierra y la justicia social.
El Movimiento Nacional de Rocha fue nuestra primera escuela cívica, nuestra segunda casa y el Senador Carlos Julio Pereyra, además de su conductor, el gran Profesor, al que atendíamos con gran respeto y admiración. Nuestra modesta pretensión no es solamente homenajear al espacio físico que nos viera transitar en la adolescencia y juventud sino, fundamentalmente, al alto contenido político y ético que representa.
Es imprescindible resaltar que este año se desarrolla una fecha destacada con la conmemoración de los 55 años de la fundación del Sector nacionalista.
El 8 de marzo de 1964 en el Teatro 25 de Mayo de la ciudad de Rocha, se reunió un numeroso grupo de blancos que tenía como norte el “reencauce moral en la República”. Eran tiempos que presagiaban nubarrones en los reconocidos y límpidos cielos democráticos del Uruguay. Se venía registrando un incipiente, hasta entonces, movimiento guerrillero urbano que iba a provocar una de la heridas difíciles de restañar en la sociedad oriental.
Su derrotero político fue fiel a aquel clamor: primero la ética.
El lunes 11 de marzo nos juntamos blancos de todo el país para realizar el justo y merecido homenaje a quienes nos legaron ese profundo y sentido mandato.
Contamos con la presencia de uno de los más grandes republicanos, el Profesor Carlos Julio Pereyra y de la esperanza de miles de uruguayos, el Senador Luis Lacalle Pou.
Fue una cita de honor.