@|El pasado 11 de diciembre, vuestro diario publicó un extenso artículo sobre la situación de abandono del viejo y querido Club Neptuno, del cual soy socio desde 1946 (75 años) y en el cual viví momentos muy felices disfrutándolo desde mi niñez y también como competidor y luego delegado.
Allí me hice de muchísimos amigos y también conocí a mi esposa (nuestros hijos también fueron competidores). Años después de su fallecimiento, me reencontré con mi actual pareja, que también compitió por el Neptuno.
Sigo opinando que esas instalaciones no pueden ser abandonadas, sino aprovechadas por el Estado a través del Comité Olímpico y/o la Dirección Nacional de Deportes, como centro de altos entrenamientos para los deportes amateur; pero manteniendo los derechos de los socios vitalicios del Club Neptuno para usar esas instalaciones y, porqué no, también habilitarlas para la gente de los tradicionales clubes de la Ciudad Vieja (Guruyú, Waston, Las Bóvedas).
Para ampliar las posibilidades de este gran centro deportivo, se podrían utilizar los edificios de la ex Intendencia del Ejército y la Marina, que ocupan la manzana de Rambla portuaria, Guaraní, Piedras y Juan Lindolfo Cuestas; alguien me dijo que actualmente no están siendo utilizados o en caso contrario podría ser gestionada su cesión.
¡Confío en que algo de lo sugerido pueda concretarse!