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“¿Contracultura?”

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Rafael Rubio | Montevideo
@|“La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados “orgánicos”, infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”, Antonio Gramsci.

La cultura influye de manera poderosa sobre el comportamiento humano, resulta difícil de modificar y su virtual indivisibilidad torna dificultosa el enfrentarla de manera directa.

Por lo general, resulta más difícil de modificar el sistema de valores compartidos que son menos aparentes, que se dan por sentados en forma incuestionable porque están más profundamente arraigados en la cultura, como “congelados”, que modificar las normas de comportamiento formal y otros aspectos más visibles de la cultura. Es importante tener presente que la cultura cumple funciones de “eficiencia” ya que permite comunicar cómo se han resuelto los problemas en el pasado o cómo es más eficiente para los individuos responder en función de las características del medio.

Estos principios y procedimientos perduran porque tienen un significado para los miembros del grupo. Ellos representan estrategias para sobrevivir, las cuales han funcionado bien en el pasado y que los miembros creen que funcionarán de nuevo en el futuro.

Los valores constituyen la guía y la dirección para las prácticas cotidianas.

Los valores son el conjunto de creencias y principios fundamentales que constituyen los cimientos del grupo. En tal sentido, no se deducen observando el mundo exterior. Sólo se los comprende mirando hacia adentro, que ser “descubiertos”.

La cultura juega un rol fundamental, no sólo desde una óptica interna (mayor o menor coherencia e integración al interior de la organización), sino también en la relación con el medio ambiente que la rodea y la afecta de diversas formas.

Otro aspecto que resulta de interés al efectuar un análisis de la cultura son los distintos papeles o roles que cada persona juega en la red cultural. La enumeración de estos roles o personajes no pretende ser exhaustiva, sino que intenta mostrar distintos patrones de comportamiento o roles que se identifican en un número importante. Ello, alimenta la existencia de diferentes factores que determinan la cultura. Dichos factores (valores, creencias, principios, etc.) dan lugar al nacimiento de “héroes” que los representan y los trasmiten, personificando esos valores compartidos, reforzándolos y actuando como modelos que simbolizan la organización frente al mundo exterior. De esa forma, preservan las características diferenciales, establecen estándares de buen (o mal) desempeño y motivan (o desmotivan) a los empleados. A partir de los héroes, se crean mitos e historias, que ayudan a trasmitir la cultura y a apropiarse de ella.

En definitiva, la cultura es lo que queda como identidad de una organización. Sin cultura, una organización carecería de valores, dirección y propósito.

No deja de llamar la atención cuando un “compañero intelectual” comunica públicamente conceptos reñidos con los valores de la organización, habla de descuelgues en los consejos de salarios, desconoce el “concepto de igualdad”, tan caro para todo el Partido y acordaría, según la circunstancias, pérdida de salario real.

¿El compañero intelectual es un orgánico, para qué lado?

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