Decálogo del Programa para el Colegio Médico del Uruguay

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@|Desde su primitivo origen histórico hace más de 500 años (Protomedicato en las primeras Colonias Hispánicas), los Colegios Médicos (CM), se legitiman y nacen para defender la profesión, mediante la regulación propia —autorregulación— del ejercicio profesional en sus dos vertientes fundamentales: la ética y la educación médica.

Nuestro Colegio Médico del Uruguay (CMU) surge tardíamente en el panorama latinoamericano, después de un trabajoso proceso de gestación de más de 60 años. Mientras tanto, en ese tiempo, las funciones básicas eran desempeñadas, en forma legítima, por los dos gremios médicos del país, en respuesta a su prolongada ausencia del escenario.

Como la necesidad de regular la profesión médica es, para todo Estado de Derecho, parte integral de sus obligaciones, si no existiera Colegio Médico, otros sectores del Estado o de la actividad privada asumirían esas funciones.

La regulación ética supone dos aspectos: la vigilancia de la conducta profesional en el cumplimiento de sus deberes, —la denominada Deontología Médica— y los Derechos Profesionales, expresados en la Diciología Médica, ambos articulados en una normativa específica: el Código de Ética.

En el caso de Uruguay, el Código de Ética Médica surgió de la Ley 19.286, después de una doble instancia aprobatoria: plebiscitaria en la profesión médica y legislativa, por ambas Cámaras. De manera que derogar esta Ley, como algunos están proponiendo, resulta equivalente a derogar el propio Código de Ética.

A su vez, la autorregulación es una potestad propia que el Estado de Derecho le extiende a la profesión médica, a condición de que ésta última le demuestre el fiel cumplimiento de su parte a la ciudadanía a la cual se debe.

Como un corolario de esta situación, cuidar al que cuida se ha constituido en un precepto fundamental, expresado en nuestro Colegio Médico a través del programa de Bienestar Profesional (Bien Pro), el cual deberá profundizarse, incluyendo progresivamente las diversas situaciones que hayan sido identificadas como de alta vulnerabilidad del cuidador.

La formación en mediación de las sucesivas generaciones de Consejeros le ha permitido al conjunto del Colegio Médico prevenir posibles situaciones de enfrentamiento entre las partes integrantes de la relación clínica, procurando alcanzar acuerdos de consenso, evitando así judicializaciones innecesarias y disminuyendo a niveles razonables la conflictividad entre este imprescindible vínculo relacional.

En cuanto a la formación, consecuencia directa del incremento exponencial de los conocimientos médicos, es la absoluta necesidad del mantenimiento de los más altos niveles de educación médica permanente de cada Colegiado, siendo la propia instancia de Recertificación Médica Voluntaria (RMV) una forma sencilla de actualizar los conocimientos.

En ese sentido, la efectiva descentralización operativa permitirá asegurar a los médicos, la posibilidad de acceder en igualdad de condiciones a los recursos formativos. Tal descentralización se encuentra ya en marcha —facilitada por los recursos informáticos de accesibilidad universal—, a través de las Universidades Públicas y Privadas y las sociedades científico gremiales. Esta actualización educativa deberá contemplar además la debida formación en Ética Médica.

Por último, la producción de conocimiento, como parte sustancial de la actividad médica, deberá merecer creciente atención, en calidad de estímulo a la investigación, por lo menos en el nivel clínico, por parte del Colegio Médico del Uruguay.

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