@|Hoy en día, los niños que van a la escuela ya no llevan un cuaderno, un libro y un lápiz en un portafolios. Al contrario, sus mochilas están repletas de libros y cuadernos.
Este cambio, creo que es una consecuencia directa de la velocidad a la que la tecnología y la ciencia van, en forma vertiginosa, frenéticamente, produciendo conocimiento e inmediatamente divulgándolo en diferentes medios, incluso en los materiales didácticos escolares.
Este trajín del saber quiere transferirse en forma casi directa en las escuelas, intentando abarcar toda la actualidad, pero de forma superficial porque son demasiados temas para tratar.
Mi hijo, por ejemplo, que está en lo que sería un 2º año del liceo correspondiente a Uruguay, tiene en el último de los tres trimestres en los que se divide el curso, en Geografía, los siguientes capítulos en el respectivo currículo: los medios técnicos y tecnológicos en la producción capitalista, la diversidad ambiental y económica de América Latina y los cambios en la sociedad urbano-industrial de América Latina.
Cada uno de estos capítulos está subdivididos en, por lo menos, cuatro temas centrales. Por lo tanto, deberían estudiar trece puntos neurálgicos para entender algunas cuestiones sobre la economía mundial.
Vale recordar que tienen apenas dos horas semanales de esta asignatura.
Por otra parte, me parece que a la edad de 13 años, no tienen la madurez suficiente para encarar esos estudios.
Es loable la intención del diseño de estos capítulos tan actualizados, con el fin de conducir un debate en cuanto a si los recursos naturales y económicos mundiales están bien distribuidos o no.
Pero para los niños, el interés está en los videojuegos y en los videos para entretenerse y reírse.
Quizás estos soportes serían los ideales para implicarlos y de paso, aligerar sus pesadas y molestas mochilas.
Es un desfasaje de intereses entre estudiantes y educadores, y además, el libro pasó a ser un soporte obsoleto para esta nueva generación de nativos digitales.