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Duc in altum

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Juan Pedro Arocena | Montevideo
@|No en este caso para que las redes se llenen de peces sino para que las urnas vuelvan a rebosar de votos republicanos y volvamos a encontrar las mayorías políticas indispensables para que el derrotero de nuestro querido país retome la senda del desarrollo económico.

Para que los próximos 5 años no sean más que un paréntesis en el que se van a introducir disfunciones, de gravedad por ahora incierta, en el funcionamiento de la economía capitalista.

Una economía que la fuerza política triunfante, tendrá que seguir administrando (porque no tiene alternativa viable) aunque la siga aborreciendo visceralmente.

El comunismo uruguayo ha desarrollado desde 1962 una muy inteligente política de alianzas que le ha permitido llegar al gobierno con mayorías en las urnas por cuarta vez en lo que va del siglo. Y lo ha logrado luego de la caída del muro de Berlín, el derrumbe soviético, la conversión de China al capitalismo, la caída de los gobernantes partidos prosoviéticos de Europa Oriental y la debacle cubana. Su cerno militante, preso de una ceguera que lo fideliza a cualquier costo, no advierte la dimensión de la tragedia planetaria que ha causado su ideología. La causa de esta titánica obsecuencia sólo puede provenir del fanatismo con que las religiones políticas colonizan las mentes de sus acólitos.

Frente a esta realidad, la adhesión del votante de la Coalición Republicana es más frágil, volátil, huidiza, menos comprometida. Sabido es que la gente no afecta al comunismo, no se vuelca en masa a luchar contra él. Se limita a huir cuando sobreviene el autoritarismo político o cuando la debacle económica se hace presente cada vez que el comunismo y sus aliados se acercan al poder.

Esta poca firmeza de la adhesión coalicionista se vio reflejada en la pérdida de votos entre la primera vuelta de octubre y el balotaje de noviembre. En 17 de los 19 departamentos la Coalición perdió votos en porcentajes que van desde 1.63% (Rocha) a 13.40% (Cerro Largo). No es casualidad que en los dos departamentos de largo dominio municipal frenteamplista (Montevideo y Canelones) la Coalición no haya perdido votos. Se corrobora en nuestra pequeña geografía que para mantenerse firmes ante el estropicio comunista no hay factor más poderoso que haberlo sufrido. Por otra parte, en el Artigas de la administración Caram, se perdieron 4000 votos (un 12.58%). Todos aquellos a quienes no les importe la inmoralidad de la adhesión clientelar deberían al menos tomar conciencia de que se trata, además, de una estrategia poco eficaz.

La Coalición debería transformarse en un lema, pero no sólo para que la ley de los cocientes no le vuelva a jugar una mala pasada en integración del Parlamento.

Debe transformarse en un lema para empezar a gestar una mística unitaria que levante bien alto los valores del republicanismo. Una mística que presente al candidato de un partido integrante de la Coalición como el verdadero candidato de la Coalición.

¿Un cambio de paradigmas? Claro que sí. Pero no para parecerse a la demagogia populista del comunismo y sus aliados sino todo lo contrario, para tomar debida distancia de él.

Cambio de paradigma para confrontar los verdaderos valores de la libertad con los antivalores del colectivismo. Para decirle a la gente de una buena vez la verdad, toda la verdad: que los políticos no crean riqueza.

Una verdad que consiste en que cada vez que se promete dar dinero a alguien debe decirse al mismo tiempo a quién se le va a sacar. Cambio de paradigma para presentar batalla en el campo de la cultura. Cambio de paradigmas para sustituir oficinas que fabrican horas extras truchas, reparten bolsas de portland o empleos en Salto Grande por la difusión de los verdaderos valores de la libertad que están presentes en la fundación de nuestras patrias y que son los únicos que cimientan el verdadero progreso social.

Para todo ello debemos estar dispuestos a remar hacia el mar abierto: “Duc in altum”.

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