Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Un suicidio electoral.
La ley de lemas, ese anacronismo electoral que persiste en Uruguay, vuelve a ser una herramienta estratégica en la lucha por las Intendencias. Mientras el Frente Amplio (FA) entiende cómo explotar este sistema, presentando múltiples candidatos en cada departamento para maximizar sus posibilidades, los partidos de la coalición gubernamental parecen atrapados en un ciclo de caudillismo que los condena a la derrota.
Es increíble observar cómo los partidos de la coalición ignoran la dinámica electoral en las elecciones municipales. Dominar los territorios con caudillos locales puede ser un activo en la interna partidaria, pero se convierte en un lastre cuando estos liderazgos no se alinean en una estrategia común. La insistencia en presentar candidatos únicos bajo la falsa premisa de “unidad” solo evidencia la incapacidad de estos partidos para actuar como una fuerza organizada y competitiva frente al Frente Amplio.
La Coalición parece no entender que los tiempos han cambiado. El electorado ya no se conforma con el viejo modelo de liderazgo individualista y cortoplacista. Mientras el FA juega el juego de la ley de lemas como un maestro, ofreciendo opciones diversas bajo un mismo paraguas, la Coalición desperdicia oportunidades al no permitir que distintas corrientes y liderazgos convivan y se complementen en la competencia electoral.
El caudillismo, tan arraigado en la cultura política de los partidos tradicionales, no solo es anticuado, sino que es contraproducente. En lugar de construir consensos y presentar propuestas sólidas y plurales, los caudillos locales imponen sus nombres, dejando de lado cualquier consideración estratégica.
Uruguay necesita una política que mire hacia el futuro, que deje atrás los personalismos y abrace una visión colectiva para el desarrollo de nuestras comunidades. La Coalición está frente a una encrucijada: continuar por el camino de la autodestrucción electoral o aprender de los errores y adoptar una estrategia moderna y efectiva que les permita competir en igualdad de condiciones.
Si los partidos de la Coalición no abandonan el caudillismo y entienden que la ley de lemas puede ser una herramienta de construcción, no de división, están condenados a entregar el poder departamental al Frente Amplio por una generación más.