Jorge Giribone | Montevideo
@|En Uruguay, los gobiernos de todos los colores políticos han instalado el discurso de que “aquí se pueden desarrollar negocios con total apoyo del Estado” y “las puertas están abiertas para todas las inversiones”.

Sin embargo, cuando una empresa dedicada a la importación y venta de dispositivos médicos quiere comenzar a registrar los productos que importará, se encuentra con la realidad del Uruguay profundo: burocracia, desidia, costos irracionales, ineficiencia.

Por empezar, para poder registrar cualquier dispositivo, la empresa está obligada a contratar los servicios de un depósito autorizado y de una Química Farmacéutica antes de comenzar el trámite. De manera que ya de entrada la empresa tiene que cargar con los costos del sueldo de la técnica y del depósito durante los seis, ocho meses o un año (a veces más tiempo) que se tarde en obtener el registro.

No solo eso, registrar un dispositivo médico cuesta unos US$ 1.600 más traducciones varias de los documentos que se presentan, que además en su mayor parte tienen que estar legalizados y apostillados en origen. Estamos hablando de unos US$ 8.500 para un registro.

Si son varias familias de productos el costo se multiplica hasta cifras imposibles de amortizar con el tiempo. Por eso, los productos médicos son tan caros en el Uruguay.

Todo esto podría evitarse si se implementaran algunos cambios muy simples:

- Que el MSP contrate personal de educación terciaria que hable inglés, como se hace en todo el mundo.

- Que ese personal tenga la capacitación técnica necesaria para comprender el uso de los productos que se registran.

- Que se acepten las autorizaciones de las grandes agencias del mundo (FDA, EU) para aprobar los productos en vez de dar vueltas infinitas sobre un producto que ya está siendo usado en todos lados, de acuerdo con la información que es pública, a la espera de un funcionario/a que a todas luces es incapaz técnicamente.

La enorme falta de eficiencia del MSP provoca costos imposibles de la medicina, tardanzas absurdas que impactan negativamente en todos los pacientes a la espera de tecnologías nuevas que pueden salvar vidas, y provoca que muchas empresas eviten establecerse en Uruguay para no cargar con la absurda burocracia local.

Los uruguayos y uruguayas se merecen algo mejor para cuidar de su salud, y de su calidad de vida.