El Lugar del Humo

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@|En estos días, somos testigos de una polémica generada por el decreto que modifica un par de asuntos, a mi criterio, muy mínimos, vinculados a la cajilla y a la identificación interna del cigarrillo.

Podemos abrir en dos aspectos esta discusión, el técnico y el político.

Yendo al primero de ellos que es el más serio y por el que vale la pena argumentar, en mi opinión, es muy difícil demostrar que estas modificaciones aumenten el consumo de cigarrillos. El impacto más grande y que logró una baja en el consumo de cigarrillos se dio en los primeros tiempos de vigencia del decreto “antitabaco”. Hoy en día, el fumador es consciente de lo que hace, los males en la salud que le puede causar su adicción y por más que le adviertan de esto, lo va a seguir haciendo si así es su voluntad.

A mi entender, lo único que puede frenar más la venta de cigarrillos es el precio. Esa es la variable que puede modificar un mal hábito. Que la cajilla sea blanda o dura, no cambiará nada. Por supuesto que hay quienes piensan lo contrario, pero esto no es ciencia exacta y lo único que se puede plantear es “prueba y error”. Hay que tomar decisiones y si el efecto buscado no se logra, corregir. Así es la vida.

Lo que es insólito es la discusión política que se planteó por parte de la oposición. Sabido es que cualquier decisión que el Ejecutivo tome, será criticada, pero, en este caso, ya pasa a ser ridículo.

Dirigentes del FA salieron al unísono a criticar que la medida beneficia a Monte Paz, que el gobierno recibió a la empresa tabacalera y que, por presión de ésta, se modifica un decreto.

Es muy tonto. Los gobiernos, el actual y los anteriores, a través de todos sus representantes, sean ministros, Secretario de la Presidencia o el mismo Presidente, reciben a empresas permanentemente con planteos que ayuden a mejorar su performance. Esto es normal.

Eso no quiere decir que lo que se pide se otorgue. Primero se evalúa la solicitud e imagino que se valora el “costo-beneficio” de los pretendido y si realmente mejora la situación, es de buen gobernante hacer los cambios necesarios. Por la empresa, por los trabajadores, y, en definitiva, por el país.

Es claro que el objetivo acá no es aumentar el consumo sino sustituir el contrabando por el legal. En el mundo perfecto, lo ideal sería que no hubiera contrabando, pero ni este gobierno ni todos los que lo precedieron lograron frenarlo. Ese debería ser el gran objetivo, pero mientras tanto, hay que tomar decisiones intermedias que ayuden a combatirlo.

Por otra parte, me llama la atención el silencio del Pit-Cnt. ¿No debería salir a defender a los trabajadores tabacaleros? ¿O será que no quiere enfrentarse a su brazo político?

¡Caramba!

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